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Una guerra que cambia el mundo.

March 28, 2022 Comments off

Raúl Sohr, Abril, 2022

La invasión rusa a Ucrania dejará huellas profundas. No solo sus principales protagonistas sufrirán las consecuencias del conflicto.  Para algunos ya se perfila una nueva Guerra Fría, con lo cual aluden a una división del mundo en la que cada país deberá alinearse con algún campo. Ya sea con el mundo occidental o con la esfera ruso-china. Es una línea divisoria que se proyecta desde las alianzas militares, con sus respectivas ventas de armamentos, a los bloques diplomáticos, a la adopción de nuevas tecnologías, como por ejemplo la G5 en el ámbito de las comunicaciones, hasta las relaciones comerciales. Esta disyuntiva estaba presente antes de la guerra entre Moscú y Kiev. Ahora, sin embargo, será más explícita y profunda. Una de las señales más drásticas del quiebre es la decisión de la Unión Europea y Estados Unidos de prescindir, de manera permanente, del petróleo y el gas ruso.

Estados Unidos adoptó tempranamente la decisión de no intervenir con tropas en caso que Rusia atacase Ucrania. A fin de cuentas, aún no cicatrizan las heridas de la caótica retirada de las tropas norteamericanas desde Afganistán.  Las encuestas, al inicio de la “operación militar especial” rusa, señalaban que más del 60 por ciento de los estadounidenses consultados eran contrarios al envío de efectivos a Ucrania.  El presidente Joe Biden advirtió, con razón, sobre el riesgo de iniciar una conflagración mundial. Una postura adoptada por el conjunto de los países miembros de la Alianza del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En cambio, Occidente amenazó con imponer “la madre de todas las sanciones”. Una política aplicada en forma incremental hasta convertir a Rusia en el país afectado por las más severas restricciones económicas a causa de su incursión militar.

Karl von Clausewitz, el decimonónico estratega militar alemán, legó la reflexión que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Hoy cabría parafrasear que “las sanciones son la continuación de la guerra por otros medios”. Ello porque la aversión pública a las guerras obliga a muchos gobiernos a buscar vías alternativas para disuadir a sus adversarios o enemigos.  El boicot económico y las sanciones se han convertido en un arma predilecta en el arsenal estadounidense. Desde el comienzo de este siglo Washington ha decuplicado la aplicación de restricciones económicas punitivas. En apenas dos décadas los países, instituciones, empresas e individuos sometidos a sanciones superan los diez mil. Claro que como en toda forma de conflicto las partes desarrollan nuevas medidas y contramedidas. Rusia, que ya estaba sujeta a restricciones, ha buscado burlarlas delegando operaciones financieras e industriales a través de los llamados oligarcas que, en muchos casos, no son que más que palos blancos del Kremlin. En el conflicto actual tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos los oligarcas han visto embargados numerosos yates, mansiones y otros bienes.

El blanco principal del bloqueo económico occidental, en todo caso, es la industria de los hidrocarburos que, en 2019, antes de la pandemia del Covid 19, aportó 188 mil millones de dólares a la economía rusa, monto que representó 56 por ciento del valor de las exportaciones del país. El impacto de esta política de largo plazo es un golpe al plexo para la economía rusa. No en vano el presidente Vladimir Putin la calificó como una “guerra económica” Para calibrar la gravitación del boicot propuesto baste con señalar que ha representado 39 por ciento de los ingresos estatales.  44 por ciento del total proveniente de las ventas de crudo y el 12 por ciento restante del gas.

Tras la denominada “Revolución Naranja” en Ucrania, en 2004, que depuso al régimen filo ruso, los estrategas del Kremlin buscaron eludir el territorio ucraniano para sus exportaciones oleo-gasíferas. Por ello se inició la construcción del gasoducto Nord Stream 2 que cruza el Mar Báltico desde Rusia hasta Alemania, que fue terminado a fines del año pasado, pero aún no ha recibido la aprobación operativa de las autoridades en Berlín. Algo que ahora parece muy distante si se atiende las declaraciones de  Olaf Scholtz, el canciller alemán. La preocupación germana es mayúscula ya que un tercio del consumo energético alemán deriva del petróleo y la tercera parte proviene de Rusia. En su afán por encontrar un abastecedor de reemplazo Alemania viene de firmar un importante contrato con Catar para la compra de gas.  

En lo que toca a Ucrania perderá, cualquiera sea el desenlace de la guerra, alrededor de dos mil millones de dólares anuales devengados del cobro por el tránsito del gas que era despachado a través de su territorio desde Rusia.

La huella de los hidrocarburos.

La preocupación por el futuro energético europeo es aguda. Rusia es un país altamente autárquico en muchos campos y en las circunstancias actuales tiene el beneficio de una industria bélica autónoma.  Pero Moscú enfrenta una probabilidad muy real de perder su gallina de los huevos de oro.  Sin los ingresos de los hidrocarburos el Kremlin tendrá severas dificultades para financiar su onerosa maquinaria bélica. En el mediano plazo se verá confrontado a la clásica disyuntiva entre cañones o mantequilla. O si se prefiere entre el bienestar de su pueblo, que suele estar acompañado por su respaldo, o la fortaleza militar de cara a sus enemigos. En Moscú debe estar fresca la memoria del desastroso impacto que tuvo la carrera armamentista con Estados Unidos, que en definitiva desangró la economía soviética.

Con la yugular energética rusa en la mira el gobierno de Biden multiplica sus esfuerzos por diversificar las fuentes de hidrocarburos. Ello para sus aliados y países que se verán perjudicados por la salida Rusia del mercado abastecedor. El primer país presionado para que aumente sus ventas es Arabia Saudita que ya accedió a incrementar su producción. Incluso Venezuela mereció la visita de una delegación de alto nivel a Caracas para indagar su disponibilidad al igual que el sancionado Irán. Entretanto, Washington ha puesto en el mercado parte de sus considerables reservas de crudo

Algunos expertos en el campo energético especulan con la posibilidad de un viraje ruso hacia China ante el cierre de los mercados occidentales. Pero en terreno existen restricciones técnicas. Construir una nueva infraestructura de oleo y gasoductos orientada al Este tomará al menos una década. En la actualidad está en operaciones un oleoducto para las exportaciones a China, pero es pequeño y está distante de los yacimientos que abastecían a Europa.  En Moscú, pese al acercamiento entre ambos gigantes asiáticos, existe una reticencia a entrar en una relación de dependencia ante un Beijing que no cesa de acrecentar su poderío. En lo que toca al Partido Comunista chino tiene un derrotero central:  asegurar el desarrollo económico y la estabilidad del país, esa es su meta inamovible. Ninguna alianza o afinidad política internacional llevará a Beijing a desviarse de ese objetivo.

Materia de otro artículo es el efecto que tendrá la guerra sobre las políticas ambientales. La Unión Europea busca reducir sus emisiones de CO2 en al menos 55 por ciento para el 2030 y ser carbono neutral para el 2050. Está por verse como quedará la matriz energética mundial una vez que concluya la guerra.

El fin del siglo de Estados Unidos.

August 31, 2021 Comments off

Septiembre

Al anunciar el retiro total de Afganistán el presidente Joe Biden proclamó que Estados Unidos había cumplido con sus objetivos. El mandatario aclaró que la meta nunca fue el “nation building”, o sea hacer del país asiático un estado moderno, integrado y próspero. La misión, en respuesta a los atentados del 11 de septiembre del 2001, fue eliminar la amenaza terrorista desde aquella nación. Algo que se habría logrado con la degradación y neutralización de Al Qaeda y otras organizaciones que empleaban métodos terroristas en su lucha contra Washington.

La evaluación de Biden hoy aparece cuestionable a la luz del último y contundente ataque contra sus tropas y afganos que aspiraban a dejar el país.  La pesadilla de la Casa Blanca de una agresión, de última hora, contra la operación de evacuación tomó cuerpo con un atentado suicida. Lo que ya era un espectáculo trágico, de millares de familias agolpadas en el perímetro del aeropuerto de Kabul, se tornó en un nuevo sitio de matanza el 26 de agosto.  182 personas, en su gran mayoría afganos, perdieron sus vidas junto a 13 infantes de marina estadounidenses a quienes les corresponde proteger  las instalaciones diplomáticas de su país. Los servicios de inteligencia de Gran Bretaña, Estados Unidos y Australia advirtieron que se fraguaba un atentado. La amenaza de un ataque fue la razón señalada por Biden para terminar cuanto antes con la evacuación.  Pero, en el tráfago de informaciones y la desesperación por salir del país la alerta no recibió la atención debida.

El ataque fue reivindicado por el  Islamic State in Irak and Syria (ISIS-K)  Esta organización es un derivado afgano del Estado Islámico, como se lo denomina en castellano, que barrió y conquistó  grandes porciones de Siria (un tercio) e Irak ( 40 por ciento) entre los años 2014 y 2017 cuando cesó de ser una fuerza combativa, aunque sobreviven algunos remanentes. La rama afgana agregó a su distintivo la  letra  K en alusión a Korazán, región que incluye parte de Irán y Afganistán Un himno del Estado Islámico canta:  

Madres lloran, niños gritan, no hay que temer al kafir (el impío) / Emigren, emigren / Uzbekistán, Afganistán, luchamos en el Korasán / Luchamos, caemos, shuhada (mártires)

El Estado Islámico-K (EI-K) destaca entre los grupos yihadistas por la prescindencia de toda ética militar. Una de sus armas favoritas son los chalecos con explosivos detonados por suicidas contra “blancos blandos”, un eufemismo para designar a sitios de fácil acceso y a menudo frecuentados por civiles indefensos.   El EI-K mantiene una vieja pugna con Al Qaeda a la que considera apostata por su interpretación del Corán. En este caso se aplica el decir que no hay peor astilla que la del propio palo.  El EI nació del seno de Al Qaeda en Irak y se diferencia de su matriz pues busca el control de territorios más que la mera influencia político religiosa. El EI tuvo su gran bautizo de fuego en la guerra civil siria. Allí adoptó su nombre: Estado Islámico de Siria e Irak. La nueva denominación y la estrategia de control territorial abrió una grieta con Al Qaeda, cuyo  líder Ayman al-Zawahiri, el heredero de Osama bin Laden, creó su propia organización: el Frente al-Nusra para bloquear el ingreso del EI liderado Abu Bakral-Baghdadi. La pugna entre ambas organizaciones fue inclemente y dejó cientos de muertes. La animosidad pervive y está presente en Afganistán donde los talibanes cooperan con Al Qaeda contra el EI.   

 Un fin de era.

La derrota de Estados Unidos en Afganistán marca un punto inflexión. El siglo XX tuvo entre sus rasgos centrales la hegemonía política de Washington y el rol determinante del petróleo en la esfera económica y militar. El control de la producción petrolera mundial fue clave para la superioridad bélica y financiera estadounidense. De allí que el siglo pasado es señalado tanto como el siglo de Estados Unidos como el siglo del petróleo. Ambas características definitorias están en clara declinación. Las dos décadas de guerra librada en Afganistán han dejado al descubierto los límites del poderío del arsenal estadounidense. Los combustibles fósiles, la causa de tantas guerras y conflictos, pierden en forma creciente su relevancia estratégica. La amenaza urgente del calentamiento global obliga a disminuir su empleo para lograr reducir las emisiones de dióxido de carbono, causantes principales del efecto invernadero.

En las cronologías están los siglos calendarios de cien años y están los siglos históricos que pueden ser de, por ejemplo, 78 años como el historiador  Eric Hobsbawm definió al siglo  XX pues comenzó, en su análisis, en 1914 y concluyó en 1991 Es decir con el comienzo de la Primera Guerra Mundial y terminó con la caída de la Unión Soviética y su glacis de países socialistas europeos.  Ambos acontecimientos marcan el fin de imperios. Y así redefinen una era. Hoy surge la interrogante si la dramática retirada de las tropas estadounidenses, y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de Kabul marca el fin de lo que se ha llamado el siglo americano. Este alude al período en que Estados Unidos tuvo una hegemonía indisputada en los asuntos internacionales.

La derrota de Washington recuerda un caustico chiste apócrifo realizado durante la guerra de Vietnam. Cuando Richard Nixon llegó a la Casa Blanca, en 1969, sus asesores ingresaron a una computadora del Pentágono toda la información disponible sobre Vietnam del Norte y Estados Unidos: la población, el producto interno bruto, la producción industrial y, por supuesto, el tamaño de las fuerzas armadas y el armamento de los arsenales respectivos. Al cabo del proceso se consultó a la computadora: ¿Cuándo ganaremos? La máquina respondió en forma instantánea: ustedes ganaron en 1964, el año que comenzó la intervención estadounidense. El mismo amargo comentario se aplica a Afganistán. Nadie en el 2001, el año de la invasión a dicho país, asiático, habría vaticinado que las fuerzas estadounidenses sufrirían un revés de semejantes proporciones. 

La derrota a manos de los talibanes  es más profunda que la sufrida en Vietnam (1964-1975). Ello porque en Vietnam del Norte y la insurgencia en Vietnam del Sur Estados Unidos enfrentó al conjunto del campo socialista. Tanto la Unión Soviética como China brindaron un enorme apoyo logístico a Vietnam del Norte.  Los norvietnamitas contaron con aviones y avanzados misiles antiaéreos que limitaron las acciones aéreas estadounidenses. En tierra dispusieron de una amplia gama de blindados y camiones para movilizar tropas e insumos. Los insurgentes talibanes, en cambio, no tuvieron respaldos internacionales más allá que los facilitados por ayudistas ocasionales. Algunos donantes saudíes y aliados soterrados en Paquistán, donde sobresale el  Inter-Services Intelligence (ISI)  el enorme servicio de inteligencia paquistaní. En consecuencia, la soledad de los talibanes contrasta con el poderío estadounidense con amplio respaldo, en tropas y armas, del conjunto de los países miembros de la OTAN,  que reúne a los ejércitos más avanzados de los países desarrollados.

El gran fracaso

Estados Unidos, pese a intentarlo con sus mejores tropas e inversiones masivas, fue incapaz de consolidar un régimen político afín Para dicho objetivo destinó enormes recursos para crear un ejército afgano, de 300 mil soldados, con miras a asegurar que el país no fuese infiltrado por organizaciones que desarrollaban operaciones terroristas. Cuatro ocupantes sucesivos de la Casa Blanca movilizaron ingentes recursos para vedar en forma definitiva el territorio afgano como base de operaciones para Al Qaeda, el Estado Islámico u otras organizaciones yihadistas.

La pesadilla de los ataques contra las Torres Gemelas  y el Pentágono alimentaron el clamor  por un desquite. En Washington, con George Bush, gobernaba la corriente neo conservadora, motejada como los “neocon”,  convencida de que Estados Unidos gozaba de una supremacía indisputada. Desde  esa creencia  de invulnerabilidad abogaron por intervenir allí donde percibieron amenazas a su hegemonía. Los ataques contra Nueva York y Washington crearon las condiciones propicias para las invasiones a Afganistán (2001) e Irak (2003). Los ideólogos neocon se propusieron rediseñar el Medio Oriente e incorporar a esta vasta región al proceso de globalización.

El Islam en su vertiente yihadista era percibido como una amenaza para el conjunto del sistema internacional. En el Departamento de Estado y el Pentágono existía conciencia de las aspiraciones yihadistas pues le fueron comunicadas por colaboradores estrechos. Uno de los más prominentes fue el teniente general paquistaní Hamid Gul, jefe del mencionado todo poderoso servicio de espionaje  ISI, quien dijo en 1989: “Estamos librando una yihad y esta es la primera brigada internacional islámica de la era moderna. Los comunistas tienen sus brigadas internacionales. Occidente tiene la OTAN. ¿Por qué los musulmanes no podemos unirnos y formar un frente común?”.  El analista estadounidense Samuel Huntigton no pudo imaginar cuan profética resultaría su advertencia sobre la amenaza que presentarían las fuerzas islamistas: “Ellos han derrotado a una de las superpotencias (la URSS) y ahora están trabajando sobre la segunda (EEUU)”.

El mando de Al Qaeda, por su parte, había proclamado la siguiente fatwa: “La decisión de matar a los norteamericanos y sus aliados, civiles y militares, es un deber individual de todo musulmán en cualquier país donde sea posible” (23 de febrero de 1998). Bin Laden reivindicó ataque del 11 de septiembre del 2001 con esta declaración ante la cadena de televisión quatarí Al Jazeera: “He aquí a Estados Unidos golpeado por Alá en su punto más vulnerable, y destruidas, gracias a Dios, sus obras más prestigiosas (…) Vientos de cambio soplan en la Península Arábiga, y juro a Alá que los estadounidenses jamás volverán a sentirse seguros a menos que nosotros nos sintamos seguros y a salvo en nuestra tierra y en Palestina, a menos que Israel sea expulsada de Palestina y las fuerzas extranjeras abandonen Arabia Saudí”.

Ante la negativa del Afganistán talibán de entregarles bin Laden y sus estrechos colaboradores Estados U/nidos lo invadió el 7 de octubre 2001. Las tropas estadounidenses ocuparon Kabul en pocas semanas. Debieron recordar las palabras del general británico  Charles Callwell que entró a la capital afgana el siglo antepasado y después de un tiempo  sentenció: “No se conquista Kabul”. Lo que quiso decir es que es posible ocupar la capital afgana pero nadie puede estar seguro de por cuánto tiempo ello será posible. También es recordada su afirmación: “La guerra de guerrilla es a lo que los ejércitos regulares siempre más deben temer”.  

La caída de Kabul es un revés estratégico  de tal magnitud que ha desatado ya un profundo debate sobre el alcance del poder estadounidense. Muchos coinciden que ya hace algunos años concluyó el siglo americano. Al respecto el destacado analista estadounidense Francis Fukuyama señala. “La verdad de las cosas es que el fin de la era americana ocurrió mucho antes. Las causas de largo plazo de las debilidades y la declinación de Estados Unidos son más domésticas que internacionales. El país seguirá siendo una gran potencia por muchos años, pero cuan influyente será dependerá de su capacidad de superar sus problemas internos, antes que los de su política exterior…la cúspide del hubris  de Estados Unidos fue la invasión a Irak en el 2003”. Entonces esperaba hacer de Afganistán e Irak países modernos a la imagen de occidente.

Los talibanes que distan de ser un todo homogéneo, deben generar un gobierno capaz de enfrentar una situación económica desastrosa. Cerca de un cuarto de la población, de casi 40 millones de personas, está amenazado por   una hambruna causada por una larga sequía. La guerra y, como no, el Covid-19 han causado estragos. El Kabul emergente deberá buscar respaldos económicos y políticos. En todos los espectros de la comunidad internacional existe preocupación por un posible auge del yihadismo inspirado en la victoria talibana. A lo anterior se suma  la irrupción del Estado Islámico, con una trayectoria de intolerancia que evoca la inquisición, con crímenes masivos contra disidentes,  con aplicación de métodos represivos bárbaros contra  las mujeres y un desprecio absoluto por la libertad  de las personas. La vida nunca ha sido fácil en Afganistán y ello es algo que no tiene visos de cambiar en el futuro previsible.

**Raúl Sohr es autor del libro “El terrorismo yihadista” en el cual reseña las guerras afganas y detalla las características tanto de los talibanes, Al Qaeda como el Estado Islámico. (Editorial Debate).

Arabia Saudita: cambian las reglas del juego.

September 18, 2019 Comments off

¿Cómo fue ejecutado el ataque contra las instalaciones petroleras saudíes? La batalla de las versiones recién empieza. Los rebeldes hutíes,  que combaten en Yemen contra una coalición encabezada por Arabia Saudita, reclaman la autoría del devastador bombardeo a Abqaiq, el mayor centro de refinación petrolero y gasífero del mundo, así como el yacimiento de Khurais. Washington y Riad  señalan que decenas de drones -más preciso hablar de aparatos no tripulados-  junto a misiles cruceros fueron disparados desde Irán y el sur de Irak. Los iraníes, por su parte, apoyan a los combatientes hutíes pero niegan toda participación en la operación bélica.

Lo concreto es que, desde un punto de vista militar, el ataque fue un golpe maestro que marca un antes y un después. Con muy limitados medios logró mermar a la  mitad la producción petrolera saudí.  La agresión no dejó bajas entre trabajadores de las plantas y los atacantes no corrieron riesgo alguno. Si se hubiese tratado de un comando pudieron caer prisioneros. Más aun, allí donde sangre es derramada cambia el calibre de la respuesta.

Las sospechas, en todo caso,  apuntan a  que la devastadora   acción fue auspiciada por Irán. Teherán advirtió  que si se  impedía la exportación de su petróleo, lo que hoy ocurre debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos, ningún país de la región podría hacerlo sin correr riesgos.  Hoy Irán  recurre a la consabida  “negación plausible”. El dedo acusador apunta a nosotros sí,  no basta con citar “fuentes de inteligencia”, pero  enséñennos la pistola humeante.

Sea quien sea el atacante, éste  consiguió penetrar las defensas saudíes y estadounidenses en las que se invirtieron miles de millones de dólares. Arabia Saudita tiene el tercer presupuesto  de defensa más alto del mundo, 67,7 mil millones  dólares, solo superado por Estados Unidos y China. Los saudíes destinan un exorbitante 8,8 por ciento del producto interno bruto a sus aprestos bélicos. Para explicar el colosal fallo de los sistemas de alerta, en un momento de máxima tensión en el Golfo Pérsico, se señala que las defensas estaban orientas al sur del país. El ataque habría provenido desde el norte.

El corazón de la economía saudí fue alcanzado sin impedimentos. Washington habla de una “ataque contra la economía global”. El 11 de septiembre del 2001   un pequeño comando de jihadistas secuestraron aviones y atacaron las Torres Gemelas y el Pentágono. Abrió entonces un largo capítulo de lucha contra el terrorismo. Hasta ahora  Estados Unidos y pocos países desarrollados han utilizado los  aparatos no tripulados para atacar profundo en territorios hostiles sin temor a perder pilotos.  Ahora la cancha se emparejado.  Países sin gran desarrollo tecnológico, actores no estatales  e incluso grupos terroristas pueden emplear las armas que han dejado en jaque a los saudíes.

 

Trump contra Irán.

May 9, 2019 Comments off

 

El portaviones Abraham Lincoln navega en dirección al Golfo Pérsico. A la par, aviones B-52, bombarderos estratégicos  con capacidad para cargar bombas atómicas, son desplazados al Medio Oriente. Washington justifica la movilización por presuntas preparaciones bélicas iraníes. Así, escala un conflicto que se agudizó hace exactamente un año. Entonces, Estados Unidos abandonó el acuerdo logrado con Teherán junto a Francia, Gran Bretaña, Alemania, Rusia y China.  El gobierno iraní se comprometió a no enriquecer uranio que podría ser empleado en la fabricación de armas atómicas.  Además permitiría inspecciones a sus instalaciones nucleares. A cambio se le levantaban sanciones económicas y le abrían la vía a inversiones en el país.

El Presidente Donald Trump estimó que este acuerdo “era el peor jamás firmado”. Desconoció lo rubricado por su predecesor Barack Obama y reimplantó sanciones a las ventas del crudo iraní. Ahora, a comienzos de mayo, restringió aún más las exportaciones amenazando con sancionar a cualquier país que le compre petróleo. La meta declarada de Washington es que no pueda exportar ni una gota.  En un comunicado  la Casa Blanca  explicó: “ Esta decisión  busca llevar las exportaciones de petróleo iraní a cero, negándole al régimen su principal fuente de ingresos”. Además viene de agregar una prohibición a la exportación de minerales y acero.

El gobierno iraní, por su parte,  amenaza con reiniciar el procesamiento de uranio. Ante lo cual Washington replica que ello  equivale a un chantaje nuclear. Para los clérigos que gobiernan Irán el objetivo estadounidense es claro: la asfixia económica de un país que ya experimenta severas dificultades.  La inflación frisa el cuarenta por ciento anual. El rial, la moneda nacional, se ha devaluado en 70 por ciento.  Hassan Rouhani, el Presidente iraní, admitió que  el país enfrenta la situación económica más difícil de los últimos cuarenta años. Esto es desde el triunfo de la revolución islámica en 1979. Los ayatolás, que tienen el control efectivo del país, son unánimes en responsabilizar a Occidente por las dificultades que enfrentan.

Los peligros de la  crisis que se gesta con Irán son grandes. Washington  aspira a un cambio de régimen. En segunda instancia obligar a los ayatolás a someterse a sus condiciones en lo nuclear y en lo que toca al rol de Irán en el conjunto del  Medio Oriente. El régimen chiíta ha mostrado una notable  resiliencia. A fin de cuentas libró la guerra más larga del siglo veinte  con Irak, 1980-88,  sufriendo cientos de miles de bajas. De estallar un conflicto armado este podría alcanzar a otros países de la región, con Arabia Saudita incluida. En tal caso sería aventurado  anticipar a que precios podría llegar el barril  de petróleo.

Estados Unidos: el sancionador.

April 25, 2019 Comments off

 

Washington anunció que asfixiará la economía de Irán. Michael Pompeo, secretario de Estado, declaró: “nos vamos a cero”, es decir ni una gota más de petróleo podrá ser vendida por Irán. Según Pompeo “El objetivo es simple: privar al gobierno ilegítimo de los fondos para desestabilizar el Medio Oriente”. En concreto, Estados Unidos avanzó  no renovará las exenciones para la compra de petróleo iraní que había otorgado a ocho países, entre los que se cuentan los principales clientes iraníes  como  China, India y Turquía. La medida rige a partir del  próximo 2 de mayo. La medida apunta a  cortar un ingreso de 50 mil millones de dólares para la atribulada república islámica, que experimentó lluvias diluvianas que han forzado a más de dos millones de personas a abandonar sus hogares. La economía está muy deteriorada con una inflación del 50 por ciento anual. En estas condiciones la amenaza estadounidense, de aplicar duras sanciones a cualquier comprador de crudo iraní, representa  una amenaza existencial para el régimen de los clérigos chiítas que gobiernan Teherán.

China será el país comprador  más afectado pues obtiene cerca de seis por ciento de su crudo  en Irán, del orden 600 mil barriles de petróleo diarios. Geng Shuang, vocero del ministerio de Relaciones Exteriores, advirtió que “China se opone a las sanciones unilaterales y el así llamado “largo brazo judicial” impuesto por Estados Unidos”. Geng dijo que Beijing   “continuará defendiendo los  derechos legales  y legítimos intereses comerciales chinos”. Dejó en suspenso, sin embargo,  que hará su país llegado el momento crítico.

Estados Unidos ha señalado que no habrá falta de crudo en los mercados internacionales. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos suplirán los vacíos dejados por Irán y Venezuela, que también enfrenta sanciones.

Irán, por su parte, advirtió que podría cerrar el Estrecho de Ormuz, vía  marítima por la cual circula cerca de un tercio del petróleo.  Esto si sus buques son obstruidos en su paso la angosta faja que da acceso al Golfo Pérsico. Hay quienes dudan que Teherán tenga la capacidad militar para impedir el tráfico por Ormuz. Pero Irán si tiene la capacidad de lanzar misiles contra buques petroleros. Bastaría que un tanquero fuese alcanzado para gatillar una gran subida del precio del crudo. En este escenario se calcula como mínimo un alza de 30 por ciento del precio de los combustibles. La amenaza de escasez  más la instantánea subida de las primas de seguro garantizarían el encarecimiento. Los altos precios favorecerían a Arabia Saudita y los demás productores. En el crítico mercado  petrolero intervienen muchos actores. Estados Unidos juega una partida riesgosa. Ella puede resultar tan desestabilizante para el mercado petrolero como para sus enemigos, que buscarán que así sea.

 

 

Libia: más excremento del diablo.

April 11, 2019 Comments off

 

Libia vive otro episódico enfrentamiento entre milicias que luchan por  controlar el país. Esta vez Jalifa Haftar y sus huestes se han hecho de dos tercios del territorio y 90 por ciento de los pozos petroleros. El general rebelde busca consolidar su poder con la conquista de Trípoli, la capital. El emergente caudillo ha conseguido los apoyos más diversos. En primer lugar, de Estados Unidos donde vivió largos años de exilio bajo la protección de la CIA. También recibe armas y recursos de Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes. Asimismo, cuenta con el respaldo activo de Francia y un poco más discreto de Rusia. Con estos aliados enfrenta al gobierno  del Primer Ministro  Fayez  Serraj, del Gobierno  de Acuerdo Nacional, reconocido como la autoridad legítima por Naciones Unidas.

Haftar fue uno de los oficiales liderados por el coronel Muamar  Gadafi que en 1969  destronaron al rey  Idris.  A comienzos los 80 Haftar comandó la invasión libia al Chad donde fueron repelidos y cayó prisionero a manos de los chadianos en 1987. Gadafi le dio la espalda y el general optó por exiliarse, con su familia, en Estados Unidos. Desde entonces  Haftar consagró su vida a luchar contra su ex compañero de armas. No bien comenzó la rebelión en  Bengasi, en 2011, para deponer a  Gadafi el exiliado comandante volvió a Libia. Allí  tomó el mando de las fuerzas al Este del país. Depuesto Gadafi una alianza de organizaciones islamistas intentó controlar Bengasi, pero Haftar lideró con éxito las fuerzas que les vedaron el camino.

Libia tiene las mayores reservas de crudo de África y la décima más cuantiosa del mundo. En lo que toca a reservas el número uno corresponde a Venezuela, que enfrenta un embargo petrolero estadounidense.  Irán y Rusia también están sometidos a sanciones: el primero por su programa nuclear y el segundo por su disputa con Ucrania.  Así el petróleo libio cobra aún más  importancia. La nación árabe, además del crudo, es clave para los esfuerzos europeos por impedir la migración africana hacia el viejo continente. Libia es el principal punto de partida de migrantes que cruzan el Mediterráneo para buscar asilo o empleo. Ello desde que  Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, entre otros, atacaron el país en respaldo de los rebeldes liderados, entre otros, por Haftar.

Para Egipto es clave controlar su larga frontera con Libia e impedir la infiltración de islamistas. En especial de la prohibida Hermandad Musulmana, que hasta el golpe de Estado del gobernante general Abdul Fatah al Sisi, en 2013, era la mayor fuerza política. Arabia Saudita no requiere petróleo pero busca apagar los focos islamistas.

Es improbable que Libia entre en una guerra civil abierta. Las escaramuzas en las proximidades de Trípoli han ya dejado medio centenar de muertes. Pero el petróleo, el llamado excremento del diablo, podría elevar por mucho el número de víctimas.

 

Venezuela: el excremento del diablo.

January 31, 2019 Comments off

 

John Bolton,  asesor de seguridad nacional del Presidente Donald Trump, declaró el martes a la cadena Fox que: “ Haría una gran diferencia para los Estados Unidos, económicamente, si pudiéramos tener a las empresas petroleras estadounidenses invirtiendo y produciendo petróleo” en Venezuela. Agregó que “tenemos mucho en juego haciendo que esto salga de la manera correcta”. La declaración sorprende por su franqueza. Es habitual que las operaciones para apoderarse del crudo ajeno son escondidas invocando principios superiores, como la democracia y la libertad.  Algo que Alan Greenspan, que fue secretario del Tesoro en Estados Unidos, admitió aludiendo a la invasión de Irak en 2003: “Me apena que sea políticamente inconveniente reconocer lo que todo el mundo sabe: que la guerra de Irak es en gran medida por el petróleo”. Lo mismo puede decirse de Libia que fue invadida en 2011.

El venezolano Juan Pablo Pérez Alfonzo, uno de los fundadores de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), acuñó la expresión que el  crudo era el “excremento del diablo”. Lo dijo porque las ganancias petroleras suelen ser de tal magnitud que desalientan otras inversiones. Algo que la Venezuela actual vive en forma dramática: 95 por ciento de sus divisas  provienen de la venta del petróleo. Además contar con  un recurso natural estratégico como el crudo despierta  el apetito de poderosos vecinos.  Estados Unidos requiere nada menos que quinientos mil barriles diarios del crudo pesado venezolano. Una cantidad contundente que por razones técnicas, como las  características de las refinerías,  no es  fácil de reemplazar. La ausencia de petróleo venezolano puede provocar subidas de precio de los combustibles. Mucho depende de los altos y bajos de la demanda. Es  posible vaticinar, en todo caso, que Washington buscará una salida rápida a la crisis venezolana. Es decir,  asegurar la más pronta salida  del gobierno de Maduro y destrabar el flujo del crudo.

Por ello Washington decidió atacar la yugular económica de Caracas. Bloqueó unos siete mil millones dólares  pertenecientes a inversiones de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).  Bolton  señaló  que a lo largo del año 2019  los retornos por ventas a Estados Unidos debían alcanzar a los once mil millones de dólares. Además  precisó que las refinerías estadounidenses pueden seguir comprando crudo venezolano. Claro que el pago ya no irá a PDVSA si no que a una cuenta especial para  Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional, que disputa la presidencia  del país.  Además, Estados Unidos ha advertido que los  países que adquieran crudo venezolano se exponen a represalias. El espacio de maniobra para Nicolás Maduro se estrecha con el correr de los días.

Arabia Saudita: la gota que colmó el vaso.

October 18, 2018 Comments off

 

Según el gobierno turco el ciudadano saudí Jamal Khashoggi fue torturado y asesinado en el consulado saudita en Estambul. La monarquía saudí responde que ignora lo ocurrido, pese a que abundante  evidencia corrobora las imputaciones turcas.

Rara vez la desaparición de un personaje público ha detonado semejante escándalo internacional. Khashoggi ganó notoriedad con entrevistas a su compatriota Osama bin Laden. En los 80 fue un entusiasta partidario de la yihad en Afganistán, la  guerra santa contra los soviéticos. El gobierno saudí aportó más de cuatro mil millones de dólares a esta causa. Un monto similar fue desembolsado por Estados Unidos y vehiculado principalmente por la CIA. Khashoggi un devoto islamista militó en la Hermandad Musulmana, una organización confesional clandestina perseguida en la mayoría de los países árabes. Ello no le impidió, sin embargo, desempeñarse como asesor de poderosos príncipes saudíes. Finalmente, se radicó en Estados Unidos donde colaboraba  con el periódico The Washington Post que viene publicar su última columna.

Su presunto asesinato es atribuido a un comando de los servicios de inteligencia saudíes. La interrogante es quien  habría dado la orden de eliminarlo. En la mira destaca el hombre fuerte de Riad, el príncipe heredero  Mohamed bin Salmán. La intolerancia es un rasgo dominante del wahabismo, que es la versión del Islam imperante en Arabia Saudita. Su participación en el lanzamiento de la organización “Democracia para el Mundo Árabe Ahora” irritó al príncipe reinante. Las críticas de Khashoggi,  demandando mayor apertura democrática, fueron interpretadas en el entorno del príncipe heredero como una campaña auspiciada por la CIA, para un eventual cambio de régimen  que apuntase a una democracia de corte occidental.

Turquía, por su parte, está indignada por un crimen cometido en su territorio. Pero maneja su enojo con astucia. Así, ha ido soltando las evidencias a cuenta gota para incomodar a los saudíes y forzarlos a ciertas concesiones. Ankara exigiría una compensación financiera así como el levantamiento del cerco económico  tendido por Riad contra Catar.

Donald Trump, por su parte,  ha zigzagueado. En un  comienzo señaló que de comprobarse el crimen los saudíes serían castigados. Ante lo cual Riad advirtió que replicará en forma ante cualquier sanción. A buen entendedor pocas palabras: el reino reduciría su producción petrolera. Ello en los momentos en que  Estados Unidos comenzará a aplicar las sanciones a la venta del crudo iraní. Si disminuye la oferta  petrolera los aumentos semanales de los combustibles, como los  experimentados en Chile,  podrían tornarse regulares. Pero en vez subir algunos pesos los saltos podrán ser mucho mayores. En sus últimas declaraciones Trump señaló que la desaparición de Khashoggi podría ser la obra de “elementos descontrolados”. Así el entuerto podría concluir con el castigo a los eslabones débiles de la cadena: los miembros “descontrolados” del comando asesino. Por esa vía se liberaría a la   familia real de toda responsabilidad y los negocios petroleros y de armas seguirían como si nada.  Es, en todo caso, una crisis en pleno desarrollo.

Nicaragua: la gota que colmó el vaso.

April 26, 2018 Comments off

 

El estallido social que sacude Nicaragua fue sorpresivo por su violencia inusitada. En escasos cinco días murieron al menos 25 personas y cientos resultaron heridas. Esto en un país que destaca frente a Honduras, El Salvador  Guatemala o México por su bajo nivel de violencia. Un desastre natural, sin embargo, sacudió a los tranquilos nicaragüenses.

A comienzos de abril comenzó un incendio en el bosque tropical próximo a la frontera con Costa Rica. Las llamas se propagaron por la Reserva Biológica Indio Maíz, una de las mayores de Centroamérica.    La situación se vio agravada por árboles caídos a causa de huracanes recientes  que proveían abundante material combustible. Costa Rica ofreció ayuda para combatir el fuego pero Managua la rechazó por mero orgullo nacional. El hecho es que ardieron más de cinco mil hectáreas. El torpe manejo de la situación causó malestar y manifestantes salieron a las calles para criticar al  gobierno.

No se habían extinguido las llamas cuando el Presidente Daniel Ortega anunció, el 16 de abril, que incrementaría las contribuciones para los fondos de pensiones a la par que reduciría el monto de las mismas. Esto gatilló una respuesta masiva de rechazo a lo largo del país. Decenas de miles de personas se echaron a las calles exigiendo que la medida fuese revocada. Frente a la protesta el gobierno desencadenó una virulenta represión contra lo que Ortega denominó bandas de “pandilleros manipulados”.  Llamativa resultó la irrupción de grupos civiles, armados con barras de hierro y cadenas, que agredieron a los opositores.

En Managua, la capital, uno de los blancos favoritos de los manifestantes fueron los llamados “árboles de la vida”. Son estructuras metálicas de entre 15 y 20 metros de altura, que en formas estilizadas, con diversos motivos multicolores y luminarias simulan árboles gigantes. Estos ornatos urbanos comenzaron a instalarse en el año 2013 y en la actualidad suman unos 140 y están asociados con el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional. En particular se les vincula con la vice Presidenta Rosario Murillo, esposa del Presidente Ortega. El derribo de varios “árboles” es entendido como un acto deliberado de agravio a Murillo, apodada la Chayo, que según declaró Ortega en la presidencia “la Rosario es 50 por ciento y Daniel, 50 por ciento”.

En un gobierno caracterizado por el nepotismo la inclusión de Murillo en la vicepresidencia, en 2017, es un mecanismo para asegurar la sucesión. Ello en caso que Ortega no concluya su mandato. En todo caso el país ha tenido un buen desempeño económico con un crecimiento superior al cuatro por ciento. Una dificultad mayor es el alza de los precios del petróleo. Más de la mitad del crudo consumido por Nicaragua provenía desde  Venezuela a precios preferenciales.

Algo ha cambiado en el país y el gobierno tendrá que tener en cuenta la opinión pública como  no lo había hecho hasta ahora. Ortega ha anulado las medidas que afectaban a las pensiones. Ahora se declara abierto a negociar con diversos sectores, en particular con el empresariado. Un primer paso para recuperar la legitimidad pérdida.

La lucha por Venezuela

February 8, 2018 Comments off

El gobierno venezolano sigue a la ofensiva: el Consejo Nacional Electoral anunció elecciones presidenciales para el 22 de abril.  La decisión desconoce las demandas opositoras que exigen un plazo mayor y garantías como la liberación de dirigentes presos. Además  piden de la revocación de  una serie de medidas entre las que desataca la exclusión de los principales partidos opositores por no haber participado en las últimas elecciones. Así como están las cosas es improbable que la oposición pueda enfrentar al oficialismo.

Las divisiones en el campo opositor son profundas. Una corriente estima que es una pérdida de tiempo negociar con un gobierno, que a su juicio, no respeta incluso sus propias reglas del juego. Hay otro sector que estima, en cambio,  que es un error abandonar el espacio político existente por estrecho que este sea. Con esta convicción ha participado en las fallidas negociaciones de Santo Domingo, en la República Dominicana.  El gobierno dice que se logró un acuerdo pero que un llamado telefónico desde Washington habría frenado  la firma por parte de los opositores. .

Desde hace años Washington ha buscado terminar el experimento político reformista iniciado por Hugo Chávez. Es una pugna que ha tenido altos y bajos pero que no afectó en lo fundamental la capacidad operativa de Caracas. Ahora Estados Unidos, con el apoyo del Grupo de Lima, donde destaca la presencia de Argentina, Brasil, Canadá, Colombia y Chile entre otros, busca frenar la reelección de Maduro. En este empeño cuenta con el respaldo de la Unión Europea. Con Francia y España a la cabeza de las posturas más duras.

Desde la perspectiva opositora el macizo respaldo internacional debería ser una noticia alentadora. Pero como es sabido, a menos que exista una intervención militar,  es muy difícil cambiar la situación al interior de un país con la mera presión externa. El secretario de Estado, Rex Tillerson,  en el curso de la reciente  gira por México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica sondeó la posibilidad de aplicar sanciones drásticas a Caracas. Ellas considerarían un corte a la yugular de la economía venezolana: limitar las  compras de crudo así como las ventas de productos de petróleo refinado El más entusiasta con esta opción es el Presidente argentino Mauricio Macri.

El dilema de las sanciones petroleras es que afectaran al conjunto de los venezolanos. Ello puede empujar al gobierno de Maduro a una mayor radicalización. La aplicación  del bloqueo económico de  Estados Unidos a  Cuba resultó contraproducente. No consiguió el objetivo de tumbar al régimen. Por el contrario  galvanizó al pueblo cubano tras el liderazgo de Fidel Castro. La Habana resistió el bloqueo  y se volcó por entero al entonces Campo Socialista.

El deterioro de la situación económica de los venezolanos es manifiesta. Hay un desabastecimiento masivo y la inflación alcanzó, tan solo en enero de este año, al 84 por ciento. En estas condiciones es difícil que algún gobierno venza en elecciones libres y competitivas. Lo llamativo, sin embargo,  es que la dirigencia del chavismo insiste en realizar elecciones. Ello no porque este preocupada por los resultados. Lo que está en juego es el bien más precioso al cual aspira todo poder: la legitimidad.