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El ataque del corona virus

March 23, 2020 Comments off

es un decir que la victoria tiene muchos padres en tanto que las derrotas son   huérfanas. Con las epidemias aplica la misma lógica; son huérfanas  pues nadie quiere cargar con las muertes y el caos.  Pero abundan los que se atribuyen las curas.  Es lo que ocurre con el coronavirus, más precisamente el Covid-19. Por el momento no hay remedio ni vacuna  y todos rehúyen su paternidad. El Presidente Donald Trump habla de un “virus chino” que ataca a los Estados Unidos. Un enemigo invisible al que ha declarado la guerra.  En China, donde emergió la epidemia en noviembre del año pasado,  les ha valido sufrir agresiones  de “sinofobia” en la medida que son identificados con el mal. A comienzos de marzo Zhao Lijian, un vocero del ministerio de Relaciones Extranjeras, tuiteó que podría “ser el ejército de Estados Unidos” el que trajo el virus a China. Ello, según Zhao, ocurrió en la segunda mitad de octubre cuando unos trescientos uniformados estadunidenses participaron en los Séptimos  Juegos Militares Mundiales realizados en Wuhan, el epicentro del estallido de la actual pandemia. Al evento asistieron  más ocho mil atletas provenientes de  92 fuerzas armadas, incluidas las de Chile que se situaron en el puesto 48. Según la teoría que ha circulado profusamente en redes sociales chinas, incluida la popular Weibo, algunos de los uniformados  estadounidenses  traían consigo el virus.   En las versiones no se aporta  información concluyente que así fuese. Podría ser un caso más de “infodemia” como se ha llamado a la avalancha de informaciones falsas sobre la epidemia. Más, como ya es sabido, cada cual cree lo que quiere creer.  El Covid-19 es, en todo caso,  materia prima de excelencia  para todo tipo de especulaciones y teorías conspirativas. Causa pavor  y poco se sabe aún sobre las características de la pandemia que compromete a la casi totalidad de los países del mundo. Así, cada cual puede desarrollar la narrativa que mejor le acomode.

Un temor atávico.

El empeño por eludir el sambenito de la responsabilidad de la pandemia yace en el subconsciente colectivo. Allí perduran  las cicatrices de las pestes que han amenazado la existencia humana. La más siniestra fue la «Peste Negra» que recorrió medio planeta desde China hasta Europa cegando a alrededor de 75 millones de vidas. Entonces, para el 1350, el mundo era habitado por 370 millones de individuos. Los estragos aceleraron el fin del sistema feudal.

En tiempos más recientes  se han registrado  diversos tipos de  influenza  que pueden mutar rápido. Fue el caso del virus que mató a decenas de millones: la «Gripe Española», una influenza aviar, que apareció en 1917   pasando de aves a humanos. La primera ola  causó pocas fatalidades. Sin embargo, solo pocos meses más tarde reapareció el virus recargado, por así decirlo, y devastó Europa.  Se estima unos que 50 millones sucumbieron a sus fiebres y daños al sistema respiratorio. Los estudiosos que analizaron el comportamiento del virus concluyeron que en su primera versión no se adaptó bien al cuerpo humano. En la segunda ronda pudo superar con mayor facilidad las defensas y destruyó vidas en todos los estratos de la sociedad: niños, adultos sanos y robustos así como ancianos.

Desde entonces los epidemiólogos siguen con la mayor atención la evolución de los patógenos agresores  En la era de la globalización ningún país es una isla. John Oxford, un virólogo inglés, advierte que: “No importa donde empiece la pandemia pues estará ante nuestras puertas…Nadie puede decir que ese no es su problema”.

Estrategias.

El avance del Covid-19 ha revelado distintas estrategias para confrontarlo. En su paso ha mostrado las fortalezas y debilidades de los países afectados. En primer lugar está China que ha sufrido el mayor impacto. La debilidad de Beijing radicó en su negativa en reconocer el brote infeccioso desde el primer minuto. El 30 de diciembre el doctor Li Wenliang advirtió de un nuevo tipo de coronavirus. Las autoridades lo sancionaron por “hacer comentarios falsos …que alteraban seriamente el orden social “. Las autoridades de Wuhan dijeron que “no había evidencia que el virus se transmitía entre personas”. La burocracia no quería  saber de amenazas a la estabilidad. Al cabo de unas semanas, sin embargo  el gobierno debió admitir que Li estaba en lo cierto. Pero para el médico denunciante hubo poco consuelo pues murió del mal que detectó. China perdió precioso tiempo en la prevención del virus pues se estima que pudo prevenir más de 60 por ciento de las muertes.  El  gobierno hizo un tardío mea culpa pidiendo disculpas a la familia del doctor Li, además de castigar a los funcionarios que lo  cuestionaron.

Superado el traspié inicial China mostró su fortaleza que radica en una formidable capacidad de movilización sanitaria y la disciplina de la población. Una vez  aceptada la gravedad de la crisis las  autoridades focalizaron los recursos del país al combate de la epidemia. Para ello no se fijó en  costos y  paralizó buena parte de la actividad económica nacional. No escatimaron en exámenes gratuitos  para la detección del mal y habilitaron millares de camas para cuidados intensivos.

Corea del Sur ha sido hasta ahora uno dc los países que, con gran número de enfermos, ha conseguido franquear mejor el reto. La clave ha estado en la rápida aplicación de exámenes  para la temprana detección de los infectados. Esta es una condición determinante. Solo es posible combatir a un enemigo si se sabe dónde está y así dirigir el esfuerzo a los puntos críticos. Seúl aprovechó su gran  desarrollo tecnológico para cubrir grandes masas de personas susceptibles de ser contagiadas. El gobierno dispone de un avanzado sistema de big data que integra la información de cada ciudadano. Sus viajes, historial médico, trayectoria laboral  y educativa, en fin un registro completo que permite diagnosticar cuales son los sectores más expuestos.  Un banco de datos muy invasivo para  la privacidad de las personas pero que resultó efectivo para la coyuntura actual.

Un ejemplo de ello es que, a pesar de que Estados Unidos y Corea del Sur anunciaron el mismo día el primer caso de coronavirus en sus respectivos países (20 de enero), después de  un par de semanas Estados Unidos había examinado a 4.300 personas. Corea del Sur, en cambio, aplicó el test a 196.000.

El ministerio de Salud surcoreano, fijó  como objetivo contar con  una amplia red de diagnóstico y reducir la tasa de mortalidadSu ministro de salud   Park Neunghoo  señaló que: “Detectar el virus en sus etapas  tempranas es fundamental para poder identificar a las personas que lo tienen y de esa forma poder detener o demorar su expansión”,

China y Corea del Sur son ejemplos, con distintos sistemas políticos, de estados poderosos con fuertes sistemas de control social.   Muchos países asiáticos comparten una cultura confuciana que pone el interés colectivo sobre el individual así como la obediencia a la autoridad.  El cuadro contrasta con la situación de la Unión Europea en el cual los 27 países que la integran  no  han podido diseñar una respuesta conjunta. La solidaridad  entre sus miembros ha brillado por su ausencia.

 

Gran Bretaña, que está en pleno proceso Brexit,  abrazó la teoría de la “herd immunity” (inmunidad grupal). Ella parte de la base que la mayoría de los británicos se contagiará con el Covid-19. Entonces no es  cuestión de eludir lo inevitable sino que de administrar los tiempos de avance de la pandemia. Esto es asegurar que los volúmenes de infectados ocurra en  periodos extensos  para no avasallar al sistema público de salud.  Alemania adoptó una visión similar. La canciller Angela Merkel,  dijo que no era una cuestión de aislarse sino de encontrar la manera de no desbordar el sistema de salud. Merkel advirtió que hasta 70 por ciento de los alemanes, unos 56 millones de personas,  podrían contraer el virus. Por lo tanto la estrategia apuntó, en palabras de Merkel,  a “ganar tiempo”. El grueso de la población superaría el mal mientras  que los grupos de personas más vulnerables, como los mayores de 65 años, recibirían  una protección especial.  Tanto Londres como Berlín modificaron su enfoque original para adoptar drásticas  políticas de aislamiento y distanciamiento social, entendido éste último como una reducción del 75por ciento de las interacciones de un hogar con el mundo exterior: colegios, lugares de trabajo y otras actividades.

En Estados Unidos  al comienzo de la expansión del Covid-19  el  Presidente Donald Trump estaba más preocupado por el desempeño  de la bolsa de valores que la salud sus compatriotas. En una retahíla de tuiters  desestimó la amenaza de la pandemia, cuestionó el consejo de los científicos  y politizó el debate sobre cómo enfrentar la amenaza. Uno de sus mensajes: “Los Medios de las Fake News y sus socios, el Partido Demócrata, hacen  lo que pueden  dentro de su semi-considerable poder (solía ser mayor!) para inflamar la situación del CoronaVirus mucho más allá  de lo que los hechos permiten”. En opinión de Trump la incipiente epidemia no era más que una nueva versión de las gripes que cada año afectan al país. Incluso ya avanzado el contagio, con decenas de miles de infectados, Trump señaló a finales de marzo que la economía  era su  prioridad : “No podemos permitir que el remedio (la cuarentena) sea peor que la enfermedad”. En un escenario optimista en que solo  20 por ciento de los estadounidenses contraigan  el virus, con una tasa moderada  de letalidad de 0,5 por ciento, se registrarían 327 mil muertes. Nueve veces más que las ocasionadas por las influenzas habituales.

A la inversa de Corea del Sur en Estados Unidos se aplicó un sistema lento y defectuoso para los diagnósticos. El doctor Anthony Fauci, jefe del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas señalo que:  “El sistema (para confirmar nuevos casos) no está realmente orientado a lo que necesitamos en este momento, a lo que se está requiriendo. Eso es un fracaso. Admitámoslo”. Tras severas críticas se comenzó con exámenes gratuitos para detectar las infecciones

El sistema de salud estadounidense, el más caro el mundo, tiene a más de 27,5 millones personas  sin  acceso a seguros de salud. Ello augura  que muchos que  requieran tratamiento no acudan a los hospitales por  los elevados costos. La cuarta parte de la población laboralmente activa del país no tiene acceso a días de enfermedad remunerados. Desde que Trump asumió, en 2016, recortó  los fondos para la prevención de pandemias. Ello como parte de su política de desmantelamiento de la salud pública en beneficio de la atención privada.

El futuro

La historia enseña que los grandes desastres como las guerras y  pandemias impactan profundo en las sociedades. Es difícil anticipar que  consecuencias de largo plazo dejará el Covid-19. Será diferente hasta cierto punto en cada país pero desde ya se aprecia un debate sobre el papel del Estado. A medida que avanza el virus son los servicios de salud pública y los gobiernos los que deben afrontar la crisis. En España, Gran Bretaña y otros países el sector público ha tomado ha tomado control de la salud de  manos privadas. Boris Johnson, un arduo defensor del sector privado y la reducción del Estado, aparece en sus conferencias de prensa tras un atril en el que se lee: Pprotejamos el Servicio Nacional de Salud (Protect the NHS). Algo impensable hace algunos meses cuando se habló de desmantelarlo como parte de las exigencias de Washington para la firma de un acuerdo de libre comercio. A medida  que la pandemia golpee a las sociedades latinoamericanas la salud, y como es administrada, pasará a la cabeza de las agendas nacionales.

Todos los países sufrirán severos reveses económicos. Se anticipan tasas de desempleo que oscilan entre 20 y 30 por ciento. Vienen tiempos recios.  Ello abrirá el debate sobre como enfrentar el peso de la crisis. En Estados Unidos Elizabeth Warren, senadora y ex candidata presidencial, propone que los ejecutivos cuyas empresas vulneren la ley respondan de manera personal, que se incorpore a trabajadores a los directorios de las compañías, ambas demandas que hasta ayer tenían poca audiencia.

 

Algunas tendencias que venían en pleno desarrollo se agudizarán: el teletrabajo, el comercio electrónico, el aprendizaje a distancia, la telemedicina y otras formas de relacionamiento remoto. La creciente automatización reforzará la perdida de contactos personales en un gran rubro de actividades. La lista de empleos que afectados así como el declive de numerosas industrias es larga. Pero como se dice en la jerga periodística: es una noticia en desarrollo.

Brexit: la estrategia del caos.

September 5, 2019 Comments off

 

Gran Bretaña camina al precipicio. Dos hechos inéditos: Boris Johnson, el Primer Ministro, suspendió las sesiones del Parlamento por cinco semanas. Ello en el período crítico para un debate sobre la salida de Londres de la Unión Europea (UE), proceso conocido como Brexit. Una medida que algunos británicos han calificado como un golpe de estado.  A la par, Johnson expulsó a 21 diputados de su gobernante partido conservador por votar  contra la postura oficialista. Entre los marginados figuran varios ministros del gabinete de su predecesora Theresa May. La consigna avanzada por Johnson es “cumplir o morir” o como dicen los nativos “do or die”.

La estrategia del “todo o nada” interviene tras tres años de agobiantes debates sobre cómo llevar a cabo el Brexit. En junio del 2016 los británicos votaron en un referéndum sobre si continuar en la UE o abandonarla. 51,9 por ciento optó por la salida. Reducir problemas complejos  a un sí o un no puede resultar desastroso. Esto porque la voluntad mayoritaria de dejar la UE puede realizarse de distintas formas. Ya sea un con un acuerdo con los europeos o bien salir sin más trámite, el llamado el Brexit duro, que se anticipa tendrá gravísimas consecuencias para  las economías del viejo continente. Gran Bretaña es la segunda potencia económica europea después de Alemania.

El principal asesor político  de Johnson es Dominic Cummings que diseñó  la campaña del Brexit con una argumentación nacionalista: Gran Bretaña primero, no más inmigrantes y una alta dosis de nostalgia por los viejos tiempos imperiales. En el plano político planteó una “rebelión” contra la vieja elite acomodaticia, sometida a la UE, que limitaba las infinitas posibilidades de un país sin amarras. En breve, una plataforma nacional populista muy similar a la desarrollada por el Presidente Donald Trump.

Los vasos comunicantes entre Cummings y la extrema derecha estadounidense pasan por Steve Bannon quien fue uno de los principales asesores de Trump. La convergencia entre ambos se fraguó en Cambridge Analytica,  la tenebrosa agencia de asesorías electorales. La Agencia empleó millones de perfiles de usuarios de Fecebook para diseñar mensajes personalizados para persuadir a los vacilantes a votar por Brexit. Ahora Johnson, con el consejo de Cummings, busca limitar la soberanía del parlamento con el argumento que es incapaz de  adoptar medidas decisivas. A los que no acatan su autoridad en el partido les señala la puerta de salida. Se proyecta así como el hombre fuerte, decisivo en tiempos difíciles. Basta de debates interminables, es la hora de actuar. Ello en detrimento de los procesos que hacen de Gran Bretaña una de las democracias más reputadas. La estrategia del “do or die” puede resultar suicida.

 

Johnson, el breve.

July 25, 2019 Comments off

Boris Johnson, el nuevo Primer Ministro británico, abrió su gobierno con una promesa: dar “inicio a una nueva edad de oro” que hará de Gran Bretaña “el mejor lugar de la Tierra”.  Winston Churchill, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, solo ofreció “sangre, sudor y lágrimas”. El contraste es relevante. Churchill pronunció su sentencia antes de entrar en un conflicto sangriento. La encrucijada actual enfrentada por Londres es considerada la más seria desde la última guerra mundial.

¿Por qué es tan serio el reto que enfrentan los británicos? Uno, puede marcar el fin del Reino Unido. Escocia, que junto a Gales e Irlanda del Norte  conforman el Reino, ha señalado que proclamará su independencia si se concreta una salida sin negociación con la Unión Europea (UE). Dos, el peso político internacional de Gran Bretaña no será la sombra de lo que fue al abandonar la UE. Un primer ejemplo, luego de la captura de un tanquero inglés por parte de Irán Londres recurrió a Estados Unidos. El Presidente Donald Trump les señaló que ellos deberían velar por sus propios buques. Acto seguido, Inglaterra pidió a los europeos que conformasen una fuerza naval para escoltar los buques. La gravitación británica, que le permitía golpear por encima de su peso, dependía de su condición de país atlántico, que operaba como una eficaz bisagra entre Estados Unidos y el viejo continente. Con Trump, campeón de políticas proteccionistas y con un enfoque de estrecho nacionalismo, la llamada “relación especial” entre Londres y Washington se debilita. El retiro de la UE es un salto al vacío de consecuencias imprevisibles para los ingleses.

En su campaña para alcanzar el gobierno Johnson señaló tres objetivos. El primero, salir del a UE con o sin un acuerdo el 31 de octubre. Todo indica que no conseguirá esta meta. Tanto porque no tiene el respaldo parlamentario para ello, como por la negativa de la UE a acceder a sus demandas. El segundo, es unificar al país. El recién formado gabinete no ha hecho más que aumentar las divisiones. Theresa May, su antecesora, buscó un balance entra las corrientes del Partido Conservador. Lo primero que hizo  Johnson fue purgar el ala moderada del partido dando de baja a 17 ministros de la era May. El tercer objetivo es derrotar de Jeremy Corbyn, el líder del opositor Partido Laborista.

Johnson   tiene menos de cien días, hasta el 31 de octubre, para despejar las enormes incertidumbres que agobian a los británicos. Su mandato no puede ser más frágil. Fue electo por apenas 95 mil miembros de su partido. En el Parlamento cuenta con una exigua mayoría de dos parlamentarios. Más de 50 de sus correligionarios se han proclamado contrarios a su política de abandono de la UE. Así podría convertirse  “Johnson el breve”, uno de los gobernantes ingleses de menor duración.

El ocaso de Theresa May

December 13, 2018 Comments off

day, mayday,  mayday, repetido tres veces, es una señal de socorro internacional. La expresión inglesa, escogida por su fácil pronunciación,  proviene del francés  (venez) “m`aider” (vengan a ayudarme). El titular infaltable en la prensa británica fue “May day”  para aludir a la precaria situación que enfrenta la Primera Ministra. Los parlamentarios de su partido conservador votaron el miércoles una moción de no confianza  sobre su gestión. El resultado fue: 200 votos respaldándola y  117 en contra.  Para sobrevivir May hizo una concesión mayúscula;  anticipó que no lideraría las huestes conservadoras en los próximos comicios previstos para 2022.

En la práctica se ha convertido en lo que los estadounidenses llaman un “pato cojo”, alguien que ya ha perdido buena parte de su autoridad.   En otras palabras ha comenzado la cuenta regresiva para su reemplazo en el seno de su partido. El reto más duro, sin embargo, puede venir del conjunto de la oposición liderada por el Partido Laborista.  La postura de los nacionalistas escoceses y la mayoría de los laboristas, ambos de centro izquierda,  es que se convoque a  elecciones nacionales a la brevedad o biena un segundo referéndum para rescindir el Brexit, que compromete a Londres a abandonar los 27 países que conforman la Unión Europea (UE).

La señora May está entre la espada y la pared. Para salir del brete doméstico requiere mejorar aspectos claves del acuerdo de retiro  de la UE. Pero los europeos le repiten en todos los tonos que no harán nuevas concesiones. Lo que está sobre la mesa es definitivo. En rigor los europeos, que son contrarios a la salida de los británicos, quieren dejar en blanco sobre negro que abandonar la UE es difícil y tiene un alto precio.  A toda costa quieren evitar la tentación de otros países por seguir la ruta de Londres. El atractivo original de la UE para hacer del viejo continente una zona de paz se ha desdibujado con el correr de las décadas. Además el sueño de una Europa social ha derivado  a una estricta política de austeridad que recorta prestaciones a los más necesitados. Hoy destaca  el auge de corrientes nacionalistas y soberanistas que rechazan el proceso globalizador que representa la Unión.

Bruselas, al dificultar la salida del Reino Unido,  favorece a las corrientes que en Gran Bretaña desean permanecer en la UE. Según encuestas recientes la mayoría de los británicos están por echar marcha atrás y quedarse junto  a la Europa continental. La salida de Londres representaría  un gran debilitamiento del proyecto europeo.  La  dirección que adopten los británicos alterará los balancees de fuerzas internacionales de cara tanto a Estados Unidos, Rusia y otras regiones. El Reino Unido es la segunda economía europea, tras la alemana, y cuenta con las fuerzas armadas más poderosas  del viejo continente después de Rusia.

 

Gran Bretaña encalla frente al Brexit.

November 15, 2018 Comments off

 

Los británicos están enfrentados a su peor enemigo: ellos mismos. El propósito de abandonar la Unión Europea (UE)  divide en forma brutal al Reino Unido. La decisión de romper lazos con la asociación de 27 países fue adoptada en el referendo de junio del 2016. El margen entre los partidarios del Brexit y los que querían mantenerse en la UE fue estrecho: 52  por ciento a favor de la salida  y 48 por ciento por quedarse. El grueso de los  voto por el abandono  correspondió a los ingleses contrarios al proceso de globalización y con menores niveles de estudios. Los escoceses y  los norirlandeses, en cambio,  votaron  por pertenecer a la UE.

Los británicos siempre han mirado con cierto recelo a los europeos, a los que denominan continentales. En el siglo XIX lucharon y derrotaron a la Francia de Napoleón. En el siglo XX hicieron otro tanto en dos guerras mundiales contra Alemania y sus aliados. Pare evitar nuevos choques sangrientos tras la última conflagración  Francia y Alemania lideraron el proceso que culminó en la UE. Londres observó este desarrollo  desde la distancia y solo se unió tras agrios debates en 1973. Ya de entrada hubo considerable resistencia por parte de quienes consideraban que el país renunciaba a su plena libertad acción. Ello, sin duda, era cierto pues el ingreso a una institución con normas obliga a acatarlas. En el caso británico gravitaban además los compromisos con sus ex colonias que conforman la Mancomunidad de Naciones (la Commonwealth). Por otra parte Gran Bretaña se ve a sí misma como una nación Atlántica, equidistante políticamente entre Europa y Estados Unidos. Con frecuencia ha primado la “relación especial” que une a Londres con más fuerza a Washington que a alguna capital europea.

Es llamativo que Londres bajo la conservadora Margaret Thatcher y en Washington con  el republicano Ronald Reagan, en la década de los 80 fueron los grandes impulsores del auge del neoliberalismo. Ambos iniciaron la gran cruzada por las desregulaciones, el libre comercio y la reducción del Estado. Hoy Estados Unidos, bajo Trump, opta por el proteccionismo encapsulado en la consigna de “América primero”.  El Brexit es su equivalente en términos de un nacionalismo nostálgico de días de gloria pasados.

Un rasgo  sobresaliente de los británicos, a lo largo de su historia, ha sido la  claridad de propósitos en cuanto a su interés nacional. Para bien o para mal han tenido una mirada certera sobre las amenazas y como enfrentarlas. Hoy los británicos coinciden en que no recuerdan semejante división política.  El país carece de liderazgo pero no porque falten líderes. Es la fractura de la sociedad, que se reproduce en los partidos políticos y el Parlamento. Ello ha llevado a una virtual parálisis. Los empresarios, ambos lados del Canal de la Mancha,  claman por claridad sobre el futuro paras decidir sus próximos pasos. Ha pasado casi un año y medio desde el referendo que dio luz verde al Brexit y aún predomina la confusión y la incertidumbre. Está por verse si el gobierno de la Primera Ministra Theresa May sobrevivirá a la última ronda de negociaciones con la UE. La moneda está en el aire.

El modelo anglosajón en crisis

June 15, 2017 Comments off

Durante más de siete décadas el campo occidental ha seguido el modelo anglosajón: léase la conducción de Washington y Londres. En estas capitales fue trazada la arquitectura del mundo actual. Desde las instituciones dominantes en el campo militar, como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la esfera económica con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial nacen de la Carta Atlántica, concebida por el Presidente Franklin D. Roosevelt y el Primer Ministro Winston Churchill en tiempos de la Segunda guerra Mundial.

El éxito de toda ideología ,que aspire a cierta universalidad, es convencer al mayor número de personas posible que es la mejor opción para mejorar la vida de todos. Incluso el colonialismo postulaba los beneficios civilizatorios, económicos y tecnológicos aportados a las sociedades colonizadas. La propuesta anglosajona, de post guerra, destacaba la democracia, el libre comercio y  la generación de riqueza a partir de la libertad de los agentes económicos para desplegar su creatividad. La libre competencia debía dirimir quienes serían los triunfadores. .

Hoy surge la interrogante si el mundo se asoma a un cambio de época. ¿Se vive ya el fin de la hegemonía ideológica anglosajona? Son los propios líderes los que renuncian a sus postulados universalistas. Trump repite hasta la saciedad su eslogan “América primero”. La meta proclamada es “hacer América grande una vez más”. Nada muy diferente del pasado salvo que antes se decía que lo que era bueno para América también lo era para el resto. Las señales de distanciamiento estadounidense  de Europa son nítidas:  los europeos dedican más recursos a la defensa o Washington, que cubre a 75 por ciento de los gastos de la  OTAN,  renuncia a la defensa automática si alguno de los países miembros es atacado. La mera advertencia ha agrietado la confianza en la alianza militar.

Gran Bretaña, por su parte, está embarcada en su Brexit, o el abandono de la asociación con la Unión Europea. Es el triunfo de una visión nacionalista y estrecha. Mala hora, en todo caso,  escogió Londres para divorciarse de sus vecinos. Si tenía la esperanza de cerrar filas con Estados Unidos ahora se topa con un Trump que predica el aislacionismo. Así lo que ambos lados del Atlántico llamaban la “relación especial” que unía a los primos anglosajones  aparece difusa y con metas divergentes. Un cuadro muy diferente al de los años 80 cuando Ronald Reagan y Margaret Thatcher promovían al unísono las virtudes del neoliberalismo. Hoy el debate sobre el calentamiento global y la renuncia de Estados Unidos al Acuerdo de París abre una zanja entre europeos, incluidos los británicos, y Washington. Es un tema decisivo ya que Trump denuncia  al Acuerdo como un cuento para limitar el progreso económico de su país. En cambio en el viejo continente, como en el resto del mundo, existe la convicción que las emisiones de gases de efecto invernadero, causadas por actividades humanas, es la principal amenaza para la humanidad.

La hora de la post-verdad

November 17, 2016 Comments off

Varias mujeres denunciaron a Donald  Trump por acoso  sexual  El acusado negó en forma tajante las imputaciones. Consultada una de sus seguidoras si las acusaciones alteraban su intención de voto respondió: “No, porque no estamos eligiendo a un Papa”. En la réplica es claro que los hechos son secundarios. Lo primordial es la identificación con lo que Trump representa.

A este fenómeno alude el británico Diccionario de Oxford  que viene de elegir la palabra del año.  El concepto internacional seleccionado es “post-truth” o  en castellano la post-verdad. Es un término para señalar que los hechos objetivos pasan a segundo plano. El mayor impacto en la formación de la opinión pública no es dictado por datos duros sino  que por  emociones.  Casper Grathwohl, en nombre del diccionario, señaló que la post-verdad es “una de las palabras definitorias de nuestro tiempo”.

En todo caso desde hace algunos años circula el término “política post-verdad” que algunos llaman “política post -factual”. A propósito de ello Politifact, un medio estadounidense de verificación de datos,  estableció que 70 por ciento de las afirmaciones sobre hechos realizadas por Trump debían considerase “mayormente falsas”, falsas” o “completamente falsas”. Un ejemplo de lo último; Trump dijo en relación a la inmigración que Hillary Clinton “quiere dejar que la gente entre al país. Podríamos tener 650 millones  entrando y no haríamos nada al respecto. Piense. Eso es lo que podría pasar. Se podría triplicar la población del país en una semana”. Ni siquiera cuadra la aritmética: Estados Unidos tiene 324 millones de habitantes.

 

Se podría pensar que las matemáticas es lo forma más exacta de representar la realidad. En cuyo caso los mejores cronistas serían los contadores. Pero nadie ignora cuan frecuente es el “masajeo” de las cifras para que terminen cuadrando. Por algo es famosa la sentencia de un político inglés que advertía que “hay mentiras, malditas mentiras y estadísticas”. Las cifras pueden ser correctas, pero admiten diferentes lecturas. Las magnitudes dependen de con qué se las compare. El asunto es aún más complejo dado el alud de datos provenientes de una enorme cantidad de fuentes. Esto ha abierto el gran debate sobre la confiabilidad de la información que circula en las redes sociales. Es alarmante escuchar a personas que citan “a la internet” como una fuente. Es tan vago como señalar que “alguien me lo dijo”.  Los medio varían en su rigurosidad y padecen de una percepción selectiva.  Incluso en la academia muchos estudios que presumen de científicos son financiados por industrias interesadas en influir a la opinión pública.  Numerosas universidades obtienen fondos de empresas o asociaciones profesionales para el desarrollo de investigaciones. Como se suele decir no hay tal cosa como un almuerzo gratis, los financiamientos no son neutros.

En un cuadro en que es duro formarse una opinión florece la post-verdad. Cada cual identifica a ciertos líderes de opinión. Muchas veces es un proceso que resulta más emocional que racional. Hay algo que lleva a creerle a uno más que a otro.  En la batalla de la post-verdad Trump fue el claro vencedor.

Trump Presidente

November 10, 2016 Comments off

Muy pocos vaticinaron el triunfo presidencial de Donald Trump. Muchos, sin embargo,  sabían del malestar que embargaba a  numerosos estadounidenses.  ¿Cómo fue posible que tantos analistas no vieran lo que estaba ante sus ojos?  Más intrigante aún resulta el que casi la mitad de los votantes optaron por Donald Trump. En cifras absolutas la demócrata Hillary Clinton obtuvo más votos. Pero Trump consiguió más delegados al colegio electoral ¿Cuál fue la fórmula utilizada para vencer? Una parte de la respuesta está en su figura. Su estilo rupturista  le permitió, pese a ser un multimillonario que admite no  haber pagado impuestos, presentase como el paladín de los postergados. Sus ataques a los inmigrantes latinos y musulmanes contribuyeron a consolidar el apoyo de un núcleo de votantes blancos, de ambos sexos. Muchas mujeres desestimaron sus abusos. Una de ellas declaró: “A fin de cuentas no estamos eligiendo a un Papa”.

 

La adhesión a Trump fue ante todo emocional. Ninguno de los perjudicados por el sistema económico puede tener ilusión alguna que las cosas mejorarán con sus propuestas. Lo que se conoce hasta ahora es que adhiere a la vieja fórmula neoliberal: reducción de impuestos a los adinerados, desregulación, que es dar manga ancha a las empresas y limitar el rol del Estado. Esta es la receta que ha llevado a Estados Unidos a  la  situación actual en que la desigualdad ha crecido en forma constante en las últimas tres décadas. El 20 por ciento más rico de la población amasa 84 por ciento de la riqueza mientras  el quinto más pobre dispone del 0,1 por ciento. Un fenómeno que se agudizó desde 1980 con el Presidente Ronald Reagan. Una política que también fue aplicada en la Gran Bretaña de la Primera Ministra Margaret Thatcher. Asimismo, con gran entusiasmo, rigió las políticas del Chile dictatorial.

 

Trump ha logrado desviar el malestar por la inequidad para culpar a la globalización y su expresión concreta: los acuerdos de libre comercio. China es presentada como un competidor desleal. Pero se omite el hecho que, por ejemplo, la empresa estadounidense General Motors vende más vehículos en China que en Estados Unidos.  Acusa a los inmigrantes en situación irregular de deprimir los sueldos al trabajar por menos paga. Sus empresas han contratado legiones de estos mismos trabajadores. Trump ha circulado por los corredores del poder codeándose con la elite política, vanagloriándose de ello, lo que no le ha impedido denostarla explotando el descontento contra lo que muchos perciben como una casta política radicada en Washington. Una casta al servicio de la banca y  grandes intereses en detrimento del hombre común.

 

La pregunta en boga es: ¿hay un Trump con un discurso cargado de agresividad contra las minorías y otro más sobrio que empleará cuando asuma la presidencia? El tiempo dirá. Pero, por lo pronto, su corrosiva campaña contribuyó a polarizar  y legitimar prácticas aberrantes como la tortura. Las palabras no se las lleva el viento.

El acercamiento argentino británico

September 15, 2016 Comments off

Londres y Buenos Aires dieron un giro en sus fricciones por las Islas Malvinas. En un acuerdo la ministra de Relaciones Exteriores argentina Susana Malcorra y el vice canciller británico, Alan Duncan, dispusieron varias medidas que acercan a ambos países. Lo más inmediato es la ampliación de los vuelos a Mount Pleasant, el aeropuerto de la isla. Algo que es música para los isleños que dependen de un vuelo semanal de Latam que una vez al mes hace escala en Río Gallegos. El nuevo espíritu está expresado en el comunicado conjunto que insta a  “adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos. Ambas partes enfatizaron los beneficios de la cooperación y de un compromiso positivo de todos los involucrados”.

Una de las primeras señales de la distensión la dio el Presidente Mauricio Macri que apenas asumió, en diciembre, marcó un cambio de prioridades. A la cabeza de su agenda está la apertura del país a la inversión extranjera como palanca para el crecimiento económico. Un quiebre con la política de la Presidenta Cristina Fernández que gobernó con un programa de inspiración nacionalista y popular. En relación a Londres su estrategia consistió en dificultar la vida de los británicos en la explotación de las Malvinas. Entre las medidas más duras estuvo la exigencia que todo buque que recalara en puertos argentinos requería de un permiso para hacerlo en Puerto Stanley. Ello mermó el paso de cruceros de turistas que son muy populares en los mares australes. También buques chilenos que abastecían a la isla con alimento fresco se vieron afectados.

A poco de asumir el gobierno en agosto Theresa May, la Primera Ministra británica, decidió no perder tiempo y aprovechar la favorable coyuntura del cambio de línea que representaba Macri. Así  mandó una misiva a Buenos Aires para abrir conversaciones sobre  una variedad de temas de mutuo interés que incluían  los vuelos y el levantamiento de restricciones a la exploración   petrolera en los mares de Malvinas. Aunque hoy, debido al bajo precio del crudo, no hay extracción.

Para la canciller Malcorra, que postula a la secretaria general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) con respaldo de Washington, también era una buena oportunidad. Una gestión como la recién realizada baja los temores británicos de tener a una argentina a la cabeza de la ONU. Sin la venia de Londres no tiene posibilidad alguna de alcanzar el cargo.

El nuevo espíritu es positivo para ambos países y también para Chile que podrá beneficiarse de emprendimientos económicos en las islas. Argentina ha renunciado hace tiempo a la recaptura de las Malvinas por la fuerza. Por la vía de la cooperación logrará una gravitación mayor en el destino de las islas.

Fidae entre el ahorro y el terrorismo

April 1, 2016 Comments off

Los tiempos cambian y así muta la naturaleza de los conflictos. Hace algunas décadas en la Feria Internacional del Aire y el Espacio (Fidae), realizada en los años pares,  abundaban los aviones de guerra. Las mejores máquinas de combate competían sobre los cielos de Santiago para seducir a los compradores. Eran años de vacas gordas en los que varios países de la región modernizaban sus arsenales aéreos. La presentación de los aparatos más avanzados incitaba a una carrera entre  los estados por disponer de los mejores equipos. Ello con la hipótesis de que el peligro mayor provenía de un choque  bélico con algún vecino. Los temores, como era previsible, no se materializaron. Ello no fue  gracias a los poderosos aviones, adquiridos entre otros por Chile, sino que  los gobiernos han preferido la diplomacia antes que el enfrentamiento.

En estos años el conjunto de la región enfrenta una dura desaceleración económica. El fin de la bonanza del precio de las materias primas cala profundo en los recursos de las naciones. Los fabricantes de onerosos sistemas de armamentos lo tienen claro y se abstienen de los fastuosos gastos de representación del pasado. Ausentes están  los aviones de última generación de Gran Bretaña, Francia, Rusia, Suecia y otros que solían realizar maniobras para exponer la potencia de sus prototipos. En esta Fidae,  la XIX, aparte del F-22 Raptor de Estados Unidos solo se aprecian los modelos de la Fuerza Aérea de Chile. El grueso de los aparatos es de transporte o de ala rotativa como llaman a los helicópteros.

Desde hace algunas versiones en la feria prolifera el material de empleo dual: civil y militar. El énfasis se desplaza en forma creciente desde la defensa a la seguridad. El acento ya no está en el poder de fuego sino que en la capacidad de vigilancia. Por ejemplo, en forma soterrada se libra una batalla entre los abastecedores de satélites de observación. Más de media docena de empresas se empeñan en proveer a Chile con su próximo ojo espacial.  Los aviones no tripulados o drones también están bien representados y son recomendados como un vigilante infatigable de las fronteras. Se los señala como el vigía más económico contra el narcotráfico y un explorador en casos de desgracias naturales. Las comunicaciones y los sistemas de mando y control, que permiten tener información oportuna y desplegar fuerzas de la mejor manera, están a la orden del día. Los abastecedores concentran sus esfuerzos en ofertar modernizaciones de los equipos existentes antes que en la venta de un 0 kilómetros.  En la hora de la austeridad es más fácil vender equipos que permiten aprovechar mejor lo que se tiene antes que ofertar costosas novedades. También es un reflejo de la preocupación a nivel mundial con la lucha contra el terrorismo, la ampliación de los llamados conflictos asimétricos, así como un mayor control de  las fronteras frente a movimientos migratorios.  Fidae es una buena ventana para apreciar las tecnologías de punta de los tiempos que corren.

 

El duelo Airbus vs Boeing

El consorcio europeo Airbus  dejó atrás a la empresa estadounidense Boeing en lo que respecta a las presentaciones en Fidae. En la versión anterior Airbus trajo al A-380,  el avión de dos pisos que puede transportar el mayor número de pasajeros. Boeing brilló por su ausencia entonces y ahora. Esta vez Airbus se hizo presente  con el A-350 que consume un cuarto menos de combustible y es llamativamente silencioso. La empresa Latam ha adquirido 27 unidades.