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Estados Unidos está de vuelta.

June 29, 2021 Comments off

junio 2021.

El fin del aislacionismo estadunidense quedó a la vista en la cumbre del G-7, 11  al 13 de junio, en Gran Bretaña. El presidente Joe Biden recurrió a la vasta caja de herramientas de la diplomacia de su país. La meta: recuperar terreno entre sus aliados tradicionales. En las palabras de Biden: “América está de vuelta en la mesa”. Aunque no lo dijo en forma explícita quedó sobreentendido que además tomaría la cabecera de la metafórica mesa. En los tiempos que corren fue imposible eludir al invitado de piedra que domina tantos debates: la pandemia del Covid-19. Un titular de la cumbre fue la donación de mil millones de vacunas para repartir a los países más necesitados. En rigor, no es una gran oferta si se considera que son necesarios unos doce mil millones de dosis para que el grueso de las personas reciba las dos inyecciones requeridas. Conviene tener en cuenta también, la convicción generalizada, que para neutralizar al virus es necesario que el grueso de la humanidad esté inmunizado.  Como está en boga decir: nadie está seguro hasta que todos estén seguros.

La pandemia, en todo caso, ha mostrado tener un alto poder persuasivo. Durante muchos años varios gobiernos europeos han tratado de aplicar mayores impuestos a empresas multinacionales. Hoy la elusión masiva está a la orden del día. Algo que se aplica en especial a las grandes empresas como Amazon, Facebook, Google y otras. Estas compañías no disponen de una gran infraestructura y les resulta relativamente fácil desplazarse de un país a otro sin importar donde se encuentra su mercado consumidor.  Algo que les ha permitido una mayor libertad a la hora de definir donde pagarán sus impuestos. Un hecho que ha desencadenado una competencia entre países como la República de Irlanda, Luxemburgo y otros que exigen una tributación muy baja en relación a los beneficios.  Así, megaempresas con ganancias de miles de millones dólares han radicado sus actividades en paraísos fiscales. Esto es algo que cambió en una reunión, la semana anterior a esta cumbre,  a la que concurrieron  los ministros de hacienda de los siete países más poderosos de la esfera capitalista. Tras un debate en que algunos países exigían un impuesto del 21 por ciento terminaron por aplicar una tasa del 15 por ciento. Las mayores reservas provinieron de Estados Unidos donde la medida todavía enfrentará un debate que se anticipa complejo en el Congreso.  La aplicación de impuestos a nivel internacional exige una tasa pareja para evitar la actual competencia, que algunos califican como desleal, ya que ciertos países ofrecen tasas preferenciales. Lo que permitió la unanimidad, que fue inalcanzable durante años, es la pesadilla que aguarda a muchos estados que han desembolsado fortunas en paquetes de ayuda para un gran porcentaje de población confinada. El horizonte del endeudamiento fiscal masivo abatió la oposición de algunos gobiernos contrarios a más intervencionismo estatal. Es un paso importante en la gobernanza financiera internacional.

A nivel de los gobernantes fue abordado el urgente tema del cambio climático. Como ya es habitual se habló de adoptar drásticas medidas para impedir que la temperatura global rebase los 1,5 grados. Con ello en mente propusieron trabajar para reducir las emisiones de CO2 en 50 por ciento para el 2030. Pero a la hora de cuantificar los compromisos prefirieron mantenerse en el campo de las declaraciones de intenciones. El comunicado final llama a salvar al mundo  de una  inminente catástrofe climática. Un paso concreto fue, en todo caso, el acuerdo de los miembros del G-7 de detener toda inversión en nuevas centrales termoeléctricas carboneras. Pero no fijaron una fecha para el adiós al carbón y otras energías fósiles en la generación eléctrica.  Biden aprovechó para criticar a su predecesor señalando: “Tuvimos un presidente, el último, que dijo que el calentamiento global no era un problema…Es él problema existencial   que enfrenta la humanidad”. Pero no se fijó monto ni fecha para la reducción de emisiones.

A lo largo de su campaña presidencial Biden criticó la política unilateralista del Presidente Donald Trump. Consciente de la pérdida relativa del poder hegemónico de Estados Unidos abogó por una vuelta al enfoque multilateral, reforzando en especial las antiguas alianzas con Europa. Washington no ha hecho un pronunciamiento formal pero una serie de gestos apuntan a que la relación transatlántica descansa, en forma creciente, sobre el eje Washington-Berlín. Una de las señales de Biden a Angela Merkel es el levantamiento de sanciones, por parte de Washington, a las empresas que construyen el estratégico gasoducto   Nord  Stream 2, que transportará gas ruso para Alemania sin pasar por Ucrania. No faltan los analistas que leen la medida como una concesión para una Alemania urgida por recursos energético, en momentos que abandona la energía nuclear y reduce su consumo de carbón. Tanto Londres como en París observan el acercamiento entre Washington y Berlín  con cierto nerviosismo pues los relega a una posición de menor protagonismo. Alemania se perfila, para muchos efectos prácticos, como el reemplazo  de Londres como el primer interlocutor en el seno de la Unión Europea. 

 Con China en la mira.

La competencia económica y política entre los grandes poderes suele presentarse encubierta tras principios superiores. En concreto, Biden llamó a la unidad de sus aliados para no ceder la supremacía a las “autocracias”, con lo cual aludía a Rusia y China.  A principios del milenio las preocupaciones geoestratégicas apuntaban al Medio Oriente donde las fricciones entre las mayores potencias fueron recurrentes. Ahora las tensiones se han  desplazado al Extremo Oriente. Washington busca impedir que cristalice una alianza estratégica entre Rusia y China. El acercamiento entre Moscú y Beijín se ha plasmado en ejercicios militares conjuntos, así como en una creciente cooperación en el campo espacial.

En su último comunicado el G-7 señala: “Reiteramos nuestro interés en unas relaciones estables y predecibles con Rusia”… “Reafirmamos nuestro llamamiento a Rusia para que detenga su comportamiento desestabilizador, incluida la injerencia en los sistemas democráticos de otros países, y cumpla con sus obligaciones y compromisos internacionales en materia de derechos humanos”. Pese a lo anterior Biden anticipó que Estados Unidos y Rusia crearán un grupo bilateral para mantener un “Dialogo de Estabilidad Estratégica” . Su tarea será el control de armamentos y medidas de reducción de riesgos bélicos.  Frente a China y la competencia en la economía global, el G7 prometió responder a “las políticas y prácticas no comerciales que socavan el funcionamiento justo y transparente de la economía global. En el contexto de nuestras respectivas responsabilidades en el sistema multilateral, cooperaremos abordando el cambio climático y la pérdida de biodiversidad en el contexto de la COP26 y otras discusiones multilaterales. Al mismo tiempo, promoveremos nuestros valores, pidiendo a China que respete los derechos humanos y las libertades fundamentales”.

El brazo militar

Aprovechando la presencia de los mandatarios del G-7 la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) realizó una reunión cumbre en su sede en Bruselas.  Allí, el 14 de junio , los 30 países miembros, liderados por Estados Unidos escudriñaron el horizonte para determinar las amenazas que enfrenta la más poderosa alianza militar de la historia, fundada en 1949, en el marco de la emergente Guerra Fría para encarar a sus pares orientales liderados por la Unión Soviética, en el ahora extinto Pacto de Varsovia. Entonces, un general inglés, con típico cinismo, explicó que la misión de la OTAN era: “Mantener a los americanos en Europa, a los rusos fuera de ella y a los alemanes, pequeños”. Desde entonces la OTAN ha vivido un cambio radical en sus objetivos. El principio rector de la alianza es la seguridad colectiva o, en palabras de los Tres Mosqueteros: “Uno para todos y todos para uno”. Lo que significa que el ataque contra uno de los países miembros equivale a un ataque contra todos los estados que la conforman.  La OTAN dio un paso decisivo en 1999 cuando de una estructura defensiva tomó la iniciativa unilateral, sin aprobación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y desencadenó una ofensiva militar contra Belgrado para proteger lo que consideró la población amenazada de Kosovo. En julio de 2006 amplió su radio de acción en forma drástica con el envío de tropas a Afganistán.

Ahora su radio de acción parece no tener límites.  China, a pedido de Estados  Unidos, ha comenzado a figurar en el radar de la OTAN. El comunicado final  del encuentro puntualiza:  “Las ambiciones declaradas de China y su comportamiento asertivo  presentan un desafío sistémico al orden internacional basado en reglas en áreas relevantes para la seguridad de la alianza”. Jens Stoltenberg, el secretario general de OTAN, declaró, por su parte, que “China se acerca a nosotros. Lo vemos en el ciberespacio, vemos a China en África, pero también vemos a China invirtiendo fuertemente en nuestra propia infraestructura crítica” en alusión a puertos y redes de telecomunicaciones”.  Stoltenberg precisó que “No entramos en una nueva Guerra Fría y China no es nuestro adversario, nuestro enemigo, pero debemos abordar como alianza los retos que supone China para nuestra seguridad”. En una rueda de prensa apuntó a la inquietud causada por el comportamiento de Beijing en el mar de China Meridional, su manera de castigar las manifestaciones democráticas en Hong Kong o de perseguir a minorías y el uso de nuevas tecnologías como redes sociales o el reconocimiento facial para “controlar y vigilar” a su propia población “de manera nunca antes vista”.

La relación económica con China, en todo caso, es clave para muchos países miembros de la OTAN comenzando por Alemania. Como es habitual la canciller Angela  Merkel marcó distancias y llamó a mantener una posición equilibrada frente a Beijing. Otro tanto hizo el presidente francés Emmanuel  Macron que llamó a la OTAN a no desviarse de su “misión esencial” y deteriorar la relación con China. Macron señaló que si bien existen rivalidades con Beijing es también un socio indispensable para resolver grandes problemas actuales, como el climático.

En lo que toca a China la reacción fue rápida. Beijing denunció que la OTAN calumniaba su desarrollo pacífico y se impulsaba “la teoría de la amenaza china”. La embajada china ante la Unión Europea acusó “una mentalidad de guerra fría   que busca enfrentamientos artificiales”. La nota precisó que “China no presentará ¨desafíos sistémicos” para nadie pero no permaneceremos sentados y pasivos si  “desafíos sistémicos” se acercan a nosotros”.  En Londres la embajada china declaró que: “Los días en que las decisiones globales eran dictadas por un pequeño grupo de países pasaron hace tiempo”.

En todo caso, como en los tiempos del enfrentamiento entre Moscú y Washington la pugna entre Chinas y Estados Unidos se proyecta a todos los planos. Y, en esa medida, puede dejar algunos beneficios para terceros países. Biden señaló la intención de su gobierno  de lanzar una iniciativa para el período post Covid-19 denominada  Build Back Better World,   que es expresada a través de la fórmula B3W. El plan consistiría en inversiones para ayudar al desarrollo de los países más rezagados. En lo hechos aparece como una respuesta directa a la Belt and Road Initiative (BRI) de China que ha fomentado la construcción de vías férreas, puertos y carreteras en las regiones   de interés para el comercio chino.

En la esfera de la narrativa Washington busca presentar la confrontación, por el liderazgo mundial, como la vieja pugna entre las democracias y las ahora llamadas autocracias. Pero a la hora de definir los campos los diversos países buscarán quien les otorga mayores beneficios.  Cada uno determinará hasta qué punto China o Estados Unidos es un socio, un competidor o una amenaza para sus intereses.

Trump ganó un lugar en la historia.

December 19, 2019 Comments off

 

El gobierno de Donald Trump pasará al olvido como muchos otros en Estados Unidos. Será recordado, sin embargo, por ser uno de los tres mandatarios acusados constitucionalmente. La imputación, aprobada el miércoles por la Cámara de Representantes, dividió a los parlamentarios sobre estrictas líneas partidistas. Los opositores del partido demócrata en masa, con dos  excepciones,  votaron por el impeachment. El partido del presidente, los republicanos, cerraron filas sin una sola  deserción contra la acusación.

Los cargos para buscar la remoción del jefe de estado fueron dos. Una, buscar que Ucrania investigase negociados del candidato demócrata Joe Biden. Trump condicionó  el pago  de 400 millones de dólares en ayuda militar a la entrega de antecedentes que permitieran atacar a Biden. Una conspiración con otro  país, con fondos públicos, para influir en la política doméstica. La segunda causal  fue la obstrucción a la investigación parlamentaria; no entregó la documentación solicitada y no permitió a varios de sus colaboradores brindar testimonios.

En el curso de la investigación afloraron numerosas irregularidades en el manejo de la política exterior de Trump. En particular los negociados de Rudy  Giuliani,  ex alcalde de Nueva York y abogado  personal del presidente que, entre otras cosas, logró la remoción de la embajadora estadounidense ante Ucrania porque interfería con sus operaciones por canales paralelos. Los manejos turbios de Trump han exasperado a los demócratas que esperaban que dos años investigaciones de Robert Mueller, ex director del FBI, permitieran     establecer bases para su remoción. Mueller frustró estos anhelos al concluir que no hubo colusión entre la campaña presidencial de Trump y Moscú para perjudicar a  Hillary Clinton, la candidata demócrata

Trump tiene, pese a todo, razones para estar satisfecho. Su partido está unido contra viento y marea en su defensa. Además puede estar tranquilo pues la acusación pasa ahora al senado que actúa como el jurado antes las imputaciones de los congresistas. Allí los republicanos tienen mayoría y se requiere de dos tercios de los senadores para aprobar la remoción del presidente. Ello no ocurrirá.  En forma característica Trump tuiteó : “Pueden creerlo que yo seré acusado por la izquierda radical , los vagos demócratas, Y YO NO HICE NADA MALO”.

El proceso del impeachment muestra un grado agudo de polarización política. Pase a una secuencia de escándalos los partidarios del presidente se mantienen leales. El buen desempeño de la economía, la robusta creación de empleo y la línea dura frente a China y otros competidores gravitan más que lo que muchos perciben como las típicas rencillas políticas. El futuro de la conducción política en Estados Unidos es incierto.

Trump monopoliza el escenario.

September 26, 2019 Comments off

 

Los escándalos han dominado la presidencia de Donald Trump. Desde acusaciones sobre acoso sexual a  negociados financieros, de interferencias  electorales a colusión con potencias extranjeras. El mandatario,  por una razón u otra, ha estado en las primeras planas a lo largo de sus tres años de gobierno. Ello lo ha convertido en el centro de atención obligado de sus compatriotas. Hay un decir entre las estrellas de Hollywood: “No importa lo que digan de mí, siempre que escriban bien mi apellido”.   Nada más deprimente para quienes buscan la fama que el anonimato. Lo que importa es figurar. Y esta  postura está en el centro de la estrategia política de Trump.

Ahora comienza una nueva saga. El Presidente es acusado de haber suspendido 400 millones dólares de ayuda militar a Ucrania, país que está en conflicto abierto con Rusia. La retención de los fondos apuntaría a  presionar a Kiev para que investigase las actividades de Hunter Biden, hijo de Joe Biden, uno de los candidatos a la presidencia por el opositor  Partido Demócrata y  vicepresidente de Barack Obama.  Hunter Biden habría obtenido cientos de miles de dólares como director de una empresa petrolera ucraniana. Trump, según sus acusadores, preparaba un as bajo la manga para esgrimir contra el candidato demócrata que lidera las encuestas.

Esta situación llevó al Congreso a iniciar un proceso de impeachment, acusación constitucional, bajo la premisa que el Presidente utilizó fondos públicos para presionar a un país aliado. Ello con la meta de obtener información para atacar a un adversario político, y así alterar el curso de las elecciones presidenciales que tendrán lugar el 2020.

El resultado de la acusación es incierto. Desde ya Trump se victimiza declarando que es objeto de una cacería de brujas llevada a cabo por extremistas de izquierda.  Pone el eje de la carrera electoral en su persona a la par que daña la reputación de su principal contendor. Joe Biden deberá responder por las acusaciones de tráfico de influencia. El tema dominará la cobertura mediática por algún tiempo. El debate sobre salud, inmigración y otros temas sociales quedará postergado.

En cuanto al enjuiciamiento parlamentario Trump no tiene nada que temer. La última palabra sobre la acusación constitucional la tiene el Senado donde los republicanos tienen una mayoría simple. Además se requieren dos tercios de los votos para forzar la salida de un presidente. No existe el menor viso que ello pueda ocurrir. En el intertanto Trump reforzará su discurso populista: el hombre del pueblo que lucha contra las elites políticas que se confabulan en su contra. Negará toda culpa, como ya lo hace, señalando que le atribuyen intenciones pero sin que existan pruebas concluyentes  En definitiva serán las urnas, en noviembre del año entrante, las que tendrán la última palabra.

El apetito de Estados Unidos por Groenlandia

August 22, 2019 Comments off

 

Poco se escuchaba de Groenlandia hasta que el Presidente Donald Trump  propuso comprársela a Dinamarca. Muchos lo tomaron como una bufonada fuera de lugar,  Mette Frederiksen, la Primera Ministra danesa, calificó la oferta como “absurda” y agregó que “Espero sinceramente que esto no sea en serio…Groenlandia no está a la venta. Groenlandia no es danesa. Groenlandia pertenece a Groenlandia”.

En rigor Frederiksen no debió sorprenderse tanto.  Desde el siglo XIX Washington ha codiciado la isla, cubierta casi completamente de hielo, que es ocho veces mayor que  Ecuador. El Pentágono dispone allí  de la base aérea de Thule construida en 1943. Concluida la Segunda Guerra Mundial el Presidente estadounidense Harry Truman intentó comprar Groenlandia por 100 millones de dólares. Oferta que fue rechazada por los daneses.

El calentamiento global está derritiendo los glaciares y nieves eternas. Conforme ello ocurre toda la región ártica adquiere una nueva importancia estratégica. Se  abren nuevas rutas de navegación y se estima que los mares territoriales de la isla  contienen reservas de petróleo y gas. En tierra los hielos dejan paso a una creciente explotación minera. Empresas chinas, australianas y canadienses  ya trabajan en  algunos yacimientos. Se estima que también es posible extraer uranio y los preciados minerales llamados tierras raras sobre los que China tiene un cuasi monopolio. Dadas las fricciones comerciales entre Washington y Beijing tener acceso a estos minerales es de la mayor relevancia estratégica. En el campo bélico lo que encendió las luces de alarma en Washington fue la propuesta de una empresa minera china por adquirir una base naval abandonada. Copenhague, un estrecho aliado militar de Estados Unidos, se negó a la venta.

En este contexto Trump gestó una invitación oficial a Dinamarca para discutir sobre la compra que calificó como “un gran negocio inmobiliario”, bajándole así el perfil estratégico.  El total rechazó danés enfrío su interés y canceló la visita que debió tener lugar a comienzos de septiembre. Escondió su frustración con característica ironía: “La primera ministra fue capaz de ahorrar una gran cantidad de gastos y esfuerzos tanto para Estados Unidos como para Dinamarca al ser tan directa. ¡Le agradezco eso y espero reprogramarlo en algún momento en el futuro!”.

Los más aliviados con la frustrada compra son los nativos  inuit, más conocidos como esquimales, que constituyen 90 por ciento de los 57.000 habitantes de la isla. Como el grueso de los pueblos originarios viven de los productos de la tierra y el mar y son ajenos a una mentalidad de acumulación de riquezas. Dinamarca subsidia la isla con 700 millones de dólares anuales,  dos tercios del presupuesto del gobierno autónomo.

Corea: sin salida a la vista.

March 6, 2019 Comments off

 

Todo era cordialidad: Donald Trump  dejó de llamar “rocket man” a Kim Jong-un para elevarlo a la categoría de “hombre inteligente y capaz”. Llegó incluso a hacer la vista gorda sobre la muerte de Otto Warmbier, un estudiante estadounidense que sufrió daño cerebral mientras estaba en una cárcel norcoreana. Trump declaró que aceptaba la versión de Kim que dijo ignorar las “cosas realmente  malas” que ocurrieron al infortunado joven, acusado de sustraer un poster de propaganda. Kim, por su  parte, se abstuvo de llamarlo “yankee imperialista,  que ladra como un perro asustado”.

Tal era el entusiasmo de Trump que convenció a  Shinzo Abe, el Primer Ministro japonés, para que  lo nominara como candidato al Premio Nobel.  La relación, entre Estados Unidos y Corea del Norte, marchaba viento en popa al punto que se especuló  que podrían firmar un tratado de paz. Hoy solo rige el armisticio establecido al concluir la guerra coreana en 1953. Es una tradición conceder el Premio Nobel  a quienes logran la paz tras una guerra.

Antes de la cita entre Trump y Kim, la semana pasada en Hanoi, los  gobernantes tenían sus respectivas ambiciones. Para Trump era la reivindicación de su estilo personal y espontáneo  de diplomacia. Lograr la desnuclearización de   Corea del Norte se perfilaba como la joya de su política exterior. Su manejo de la situación coreana le ha valido numerosas críticas por la falta de rigurosidad en la preparación de los encuentros. Pero, por sobre todo, por comprometer la más alta instancia política del país, la presidencia, en  reuniones con un desenlace incierto.

Para Kim levantar las sanciones económicas internacionales es un requisito para el desarrollo del país, una vez más amenazado por una hambruna debido a malas cosechas.

La reunión en Hanoi  fue un fracaso estrepitoso pues  concluyó en forma abrupta, sin acuerdo alguno.  Ahora, según el Servicio de Inteligencia Nacional de Corea del Sur se  ejecutan  obras de rápida reconstrucción en Tongchang-ri, en el emplazamiento de cohetes de largo alcance de Sohae destinado al lanzamiento de satélites. El dilema es que no hay gran diferencia entre los cohetes intercontinentales y los destinados a la exploración espacial.

La repuesta de Washington no tardó  A la hora de las amenazas John Bolton, el asesor de Seguridad Nacional de Trump, está siempre presente: advirtió que  sanciones demoledoras “serán incluso incrementadas”  si no avanza el proceso desnuclearización. Los norcoreanos han motejado las exigencias estadounidenses como “unilaterales demandas de tipo gangsteril para la desnuclearización”. Pese a todo hay un avence: Corea del Sur anunció el fin de los masivos ejercicios militares con Estados Unidos realizados anualmente. Las operaciones eran percibidas por los norcoreanos como preparaciones para un ataque. Así, se ha removido una de las fuentes de tensión en la explosiva región.

Venezuela: militares y las líneas rojas.

February 28, 2019 Comments off

 

Los gobiernos y los militares invierten mucho tiempo  y esfuerzo en trazar imaginarias líneas rojas. Es un ejercicio que consiste en advertir a potenciales enemigos que si las cruzan pagarán un precio. Una muestra de  seriedad, por parte de un país, es contar con la voluntad y los medios para castigar a un eventual transgresor.

El Presidente Donald Trump trazó una línea roja en Miami el lunes 18 de febrero. Entonces dio un ultimátum a las fuerzas armadas venezolanas: debían abandonar al gobierno de Nicolás Maduro o lo perderían todo.

El día D fue el sábado 23. Juan Guaidó, el autoproclamado presidente encargado,  llamó a los militares y  a la policía bolivariana para que permitiesen paso de ayuda humanitaria a través de varios puntos de la frontera de su país. Era el momento indicado para mostrarle al mundo que los uniformados acataban su autoridad. Se creó  la expectativa  que Washington y Guaidó tenían un as bajo la manga.   Cabía esperar alguna señal de ciertas unidades militares que cambiaban de bando. Ello no ocurrió. Decenas de  soldados y oficiales abandonaron las filas en forma individual para buscar refugio en Colombia. Podrían haber sido más pero es complejo rebelarse  para los que están lejos de la frontera. Lo llamativo, en todo caso, es que ninguna unidad  aceptó la oferta de amnistía. Cabe suponer que la gran mayoría de los militares están dispuestos “a perderlo todo”.

Es claro que el intento de ingreso de la caravana tenía dos objetivos. Uno,  el brindar muy requerida y deseada ayuda a un pueblo privado de insumos vitales. Dos, y principal  formaba parte de una operación política para presionar a las fuerzas armadas. En las redes sociales afines a Guaidó se expresó la esperanza de un quiebre masivo de la disciplina. Hubo manifestaciones frente a cuárteles instando a la deserción.

Cientos de miles de uniformados desafiaron la línea roja que se les trazó. Así, quienes los amenazaron han perdido credibilidad. Más aún, Guaidó empleó el popular eufemismo para aludir al uso de la fuerza al señalar que todas las opciones  están sobre la mesa. Con ello apuntaba a una posible  invasión por parte de otros países. Algo que  Trump ha reiterado.

El alto mando castrense venezolano ha planteado, a su vez, sus propias líneas rojas. Una, no permitir intervención foránea contra el país. Dos, evitar el estallido de una guerra civil. En todo caso, la posibilidad de una intervención militar fue rechazada por los países que integran el Grupo de Lima así como por la Unión Europea.

La oposición, encabezada por Guaidó, buscó mostrar la debilidad del régimen pero en el intento  expuso su incapacidad para  alcanzar sus objetivos. Maduro, por su parte, nada tiene para festejar. El incremento de sanciones y el asilamiento prometen un futuro de privaciones.

El muro del miedo.

January 10, 2019 Comments off

 

El Presidente Donald  Trump, en su primera cadena televisiva voluntaria desde la Casa Blanca, dijo que existe “una creciente crisis humanitaria y de seguridad en nuestra frontera austral”.  Nada nuevo pues cuando fue proclamado candidato presidencial, por la convención del Partido Republicano en septiembre de 2016, señaló que: “Los ataques contra nuestra policía y  el terrorismo en nuestras ciudades amenazan nuestra  forma de vida”. Agregó entonces que varios estadounidenses habían sido “brutalmente asesinados” por inmigrantes indocumentados.

¿Por qué optó  por dirigirse a la nación el martes pasado? No porque la presunta crisis se haya agravado. El motivo es el enfrentamiento con la oposición  de los demócratas que le niegan 5,7 mil millones de dólares para construir un muro en la frontera con México. Al no recibir los fondos solicitados Trump resolvió cerrar el gobierno. Esto es dejar sin sus salarios a unos 800 mil empleados públicos. Ahora la paralización de buena parte de la administración pública representa un problema más inmediato que los temas fronterizos. Para romper  el impás Trump ha amenazado con lo que algunos llaman la “opción nuclear”. Esta consiste en invocar poderes especiales declarando un estado de  emergencia. Ello le permitiría sacar los fondos del presupuesto del Pentágono aunque ello no haya sido aprobado por el Congreso.

Es posible que el mandatario tenga en mente una encuesta realizada a finales de 2017. En ella dos tercios de los encuestados, entre el núcleo duro de sus partidarios, señalaron que bajo ciertas circunstancias “necesitamos a un líder que esté dispuesto a romper algunas reglas”. Nada, en todo caso, de lo dicho por el mandatario  evidencia que Estados Unidos está ante una crisis que requiera pasar por encima del Congreso. En materia de encuestas los republicanos aparecen en desventaja: 51 por ciento de los consultados los culpan por el cierre del gobierno. En tanto, 30 por ciento estima que los demócratas son los causantes.

En los hechos ambos partidos coinciden en la necesidad de contar con fronteras seguras.  Lo que los demócratas cuestionan es la eficacia de un muro para detener a narcotraficantes y terroristas. Creen que un mejor control puede lograrse con más tecnología y personal. Lo de una  amenaza de ingreso de terroristas es descartado por expertos estadounidenses. Señalan que no saben de un solo intento de infiltración desde México  a través de zonas abiertas. Lo que sí ha ocurrido es que un promedio de tres sospechosos, que figuran en listas de presuntos terroristas,  son detenidos anualmente cruzando a través de puestos fronterizos.

Así la construcción de un muro  a lo largo de miles de kilómetros, que puede llegar a costar unos 20 mil millones de dólares según algunas estimaciones, sería  dinero desperdiciado señalan los demócratas. Está por verse quien pestañea primero en una pugna que nunca debió alcanzar los niveles actuales.

 

 

 

Estados Unidos: todos ganadores.

November 8, 2018 Comments off

 

Es un decir que las elecciones no se ganan ni se pierden sino que se explican, Eso es exactamente lo que ocurre ahora en Estados Unidos, tras los comicios del 6 de noviembre. Ambos bandos claman victoria. A la inversa del resto del mundo los republicanos, la derecha, se identifican con el color rojo. Los demócratas, a la izquierda, se abanderizan con el azul que suele caracterizar a los conservadores.  Más allá de la incógnita sobre qué color resultaría dominante hubo acuerdo que los resultados indicarían la aceptación de la gestión presidencial de Donald Trump, tras dos años en la Casa Blanca.

La pronosticada  ola azul no barrió el país. Pero fue suficiente para que los  demócratas ganaran el control de la cámara baja. Ahora estará en sus manos aprobar o rechazar la ley de leyes: el presupuesto. Todo el gasto fiscal deberá contar con el visto bueno azul. Ello significa, entre otras cosas, que es  improbable que Trump consiga los recursos para construir un gran muro destinado a frenar la inmigración en la frontera con México.  Además los demócratas controlaran las comisiones con potestad para investigar al Presidente. A lo largo de la campaña, que estuvo llena de descalificaciones y agravios,  varios  líderes demócratas prometieron escarbar en las finanzas de Trump. En especial sobre su situación tributaria. Es una tradición que los presidentes, en aras a la transparencia, exhiban sus pagos de impuestos.  Algo que el actual mandatario no ha hecho hasta ahora. Trump, poniéndose el parche entes de la herida, amenazó que si se les investiga responderá bloqueando toda cooperación con sus adversarios demócratas.

Los republicanos, por su parte, tienen de que ufanarse. Supieron contener la marea  azul y conservar sus bastiones. Siempre fue improbable que perdieran el control del Senado. Incluso  lograron aumentar su representación senatorial lo que les garantiza que podrán confirmar los nombramientos de jueces, embajadores y otros funcionarios de alto nivel.

La áspera contienda electoral dejó al desnudo la polarización del país. Ello quedó de manifiesto con fuerza  en el tema migratorio. La caravana de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos sigue su ruta  por México en dirección a la frontera estadounidense. La mera noción de su existencia agitó las pasiones de muchos. Trump supo explotar el nacionalismo supremacista de sus compatriotas. El despacho de miles de soldados del ejército a la frontera  contribuyó a consolidar la idea del Presidente de que se trataba de “una invasión”. Más aún, señaló en la caravana de desheredados se escondían terroristas yihadistas del ISIS, el casi evaporado Estado Islámico.

En cuanto a los dos partidos se acentúo la distancia entre ellos. Los rojos cerraron filas tras Trump, con un marcado desplazamiento a la derecha. Los demócratas, por su parte,  acentuaron su diversidad con un número récor de mujeres triunfantes, en su mayoría proveniente del sector izquierdista. Ambos sectores han consolidado sus territorios y plataformas programáticas  y ya piensan en el 2020, cuando serán las próximas elecciones presidenciales. Hasta entonces cabe anticipar un escenario político con fricciones y donde abundarán las turbulencias.

 

 

 

Armas atómicas y la “mano muerta”.

October 25, 2018 Comments off

 

Los países desarrollan hipótesis de conflicto imaginando las circunstancias más adversas. Los militares hablan del “peor escenario”. Los estados que disponen de poderío nuclear califican  estas armas como “de  última instancia”.  Tan desolador fue el panorama tras las descargas atómicas contra Japón que, pese a que  se llegó a contar con más de sesenta mil ojivas, no volvieron a ser empleadas. La acumulación de todo tipo de armas nucleares llevó a una situación calificada de “overkill” (sobrecapacidad de exterminio). Ello dio pie al principio de la Destrucción Mutua Asegurada. Washington y Moscú sabían que en una guerra nuclear no habría vencedores.

Hacia el final de la Guerra Fría, en 1987,  los presidentes Ronald  Reagan y Mijail  Gorbachov llegaron a un acuerdo para reducir los misiles  nucleares de mediano alcance, entre 500 y 5.500 kilómetros. Comenzaron por estos vectores  porque eran los más peligrosos, en términos de desencadenar una guerra, pues dejaban muy poco tiempo de reacción: apenas diez minutos. Un lapso demasiado breve para verificar si se trataba de una situación accidental o deliberada.

Gorbashov sintetizó en forma cruda el dilema nuclear: “Aún cuando un país se empeñe en la continua fabricación  de armas mientras el otro no hace nada, el bando que se está armando tampoco ganará nada. El más débil simplemente puede hacer estallar todas sus cargas nucleares, incluso en su propio territorio, y eso significará suicidio para él y muerte lenta para el enemigo. Es por eso que cualquier competencia por la superioridad es morderse la cola”.

A tal punto es cierto que las superpotencias disponen de un mecanismo llamado la “mano muerta”.  Es un sistema que aún si los centros de mando y control de un país han sido destruidos habrá una detonación automática del arsenal atómico.  El presidente Vladimir Putin   viene de reforzar la “mano muerta”: “Los agresores deben saber: la venganza es inevitable y serán destruidos”. En clásico tono autoinmolatorio ruso agregó  “Y nosotros, como víctimas de la agresión iremos directo al cielo como mártires mientras ellos simplemente morirán”.

Washington acusa a Moscú de violar el tratado.  Rusia, claro está,  lo niega. Es algo que solo pueden establecer observadores especializados. Es difícil saber si  Donald Trump, al anunciar esta semana el fin del acuerdo de limitación de los misiles intermedios, pretende volver a foja cero. O bien utiliza la amenaza, como suele hacerlo, como una carta de negociación. Si, se trata de una postura definitiva desatará una nueva carrera armamentista nuclear. Ello hará el mundo más inseguro y será un revés formidable para los esfuerzos de no proliferación nuclear. Con qué moral las grandes potencias ampliarán sus arsenales  atómicos mientras niegan ese derecho a otros. Los más nerviosos con este desarrollo son los europeos pues, de estallar un conflicto mundial, tienen grandes probabilidades de convertirse en el principal campo de batalla.  Heiko Maas, ministro alemán de relaciones exteriores, defendió el tratado señalando que ha sido “un pilar importante de nuestra arquitectura europea de seguridad”. No solo para Europa.

 

 

Corea y el factor Bolton.

May 17, 2018 Comments off

 

El Presidente Donald Trump ya sacaba cuentas alegres sobre el éxito de su manejo frente a Corea del Norte. A fin cuentas había logrado la suspensión de ensayos nucleares y lanzamientos de cohetes intercontinentales.  También logró la libertad de tres estadounidenses encarcelados por Pyongyang. Tal era el optimismo de Trump que  ya clamaba por el Premio Nobel de la Paz. En sus palabras: “Todo el mundo cree que lo merezco,  pero yo nunca diría eso”.

Pero, de pronto, el promisorio proceso que apunta a la desnuclearización de la península coreana está en suspenso. En primer lugar Pyongyang postergó una reunión de alto nivel con Seúl.  Los norcoreanos denunciaron el carácter agresivo de los ejercicios  militares Max Thunder, llevados a cabo entre Estados Unidos y Corea del Sur. Entre el centenar de aviones participantes en las maniobras figuran bombarderos B-52  con capacidad para lanzar armas nucleares. Además de aviones “stealth”, F-22, de difícil detección radárica, ideales para un ataque de “decapitación” del gobierno de Kim Jong-un. Mas tarde fue puesto en duda el encuentro entre los dos presidentes,  previsto para el 12 de junio en Singapur.

Al parecer los norcoreanos estiman que han hecho gestos de buena voluntad que pudieron ser reciprocados, por ejemplo,  con un menor despliegue de poderío aéreo. Trump, por su parte, cree que  sus adversarios fueron obligados a buscar el diálogo gracias, precisamente, a su firmeza. La aplicación de duras sanciones y un vasto despliegue militar  llevaron al aparente ablandamiento de Pyongyang. Es lo que Washington denomina la política la “máxima presión” y que seguirá vigente hasta garantizar el desmantelamiento total y verificable del arsenal nuclear y coheteríl norcoreano. Solo entonces serán levantas las medidas punitivas.

Aquí entra el protagonismo del recién nombrado John Bolton como Asesor de Seguridad Nacional de Trump. Hace 15 años Bolton, funcionario del gobierno de George W. Bush,  propició la invasión de Irak. Hay un amplio consenso en Washington que la operación constituyó un severo yerro estratégico Algo que Bolton no comparte. A su juicio el empleo de la fuerza militar para lograr  un “cambio de régimen” es eficaz frente a gobiernos considerados como una amenaza para Estados Unidos. Según Bolton entre los países en que debía emplearse la fuerza, como en Irak, figuraban: Siria, Irán y Corea del Norte. En una entrevista concedida por Bolton,  el 3 de septiembre del año pasado, señaló que era necesario: “Acabar con el régimen norcoreano”  y golpear primero. Abundó: “Hemos perdido el tiempo con Corea del Norte durante 25 años, y seguir perdiéndolo  aún más solo empeorará las cosas”. Para agravar  el cuadro Bolton viene de señalar que el mejor modelo a seguir es el aplicado en Libia. Allí Muamar Gadafi renunció a un incipiente programa nuclear en el año 2003. En 2011 fue depuesto merced a los bombardeos de la OTAN  que respaldó una rebelión en su contra. El líder libio fue rastreado por servicios de inteligencia occidentales y baleado por rebeldes en una zanja.   La mera mención al ejemplo libio motivó un comunicado norcoreano de rechazo y que motejó a Bolton de “repugnante”.

El conflicto con Corea del Norte entra en una fase de peligrosa incertidumbre. Si fallan las negociaciones en curso es probable que Bolton, a quien Trump le presta oídos,  tenga la última palabra.